AP.- Todo el personal de apoyo para los cardenales que elegirán al sucesor del papa Francisco, que incluye a limpiadores, cocineros, doctores, enfermeras, conductores y operadores de ascensores, prestó juramento de secreto el lunes antes del cónclave, que comenzará el miércoles.
Si rompen el juramente, serán acreedores a una excomunión automática.
Unas 100 personas asignadas al cónclave prestaron sus juramentos en la capilla Paulina del Vaticano, indicó Matteo Bruni, portavoz del Vaticano, entre ellas hay clérigos en papeles de apoyo, incluidos confesores que hablan varios idiomas.
Los propios cardenales prestarán su juramento el miércoles en la Capilla Sixtina, antes de emitir sus primeros votos.
Se requiere de una serie de hombres y mujeres laicos para albergar y alimentar a los cardenales. La duración de un cónclave no se puede predecir, y sólo concluirá cuando el humo blanco salga de la chimenea de la Capilla Sixtina para anunciar que hay un ganador.
Todas esas personas estarán aisladas con el fin de que estén disponibles por si se ofrece alguna necesidad médica, y también para mantener la majestuosa belleza apropiada para la elección del próximo líder de la Iglesia católica, que cuenta con un millón 400 millones de fieles. De los 133 cardenales que se prevé voten en el cónclave, 108 fueron nombrados por Francisco.
Teléfonos y secretismo
En un principio, Bruni indicó que a los cardenales se les pediría dejar sus teléfonos móviles en su residencia en el Vaticano, Santa Marta, pero no les serían confiscados.
Sin embargo, en una sesión informativa vespertina efectuada horas después, señaló que entregarían sus teléfonos en Santa Marta y sólo se les devolverían al final del cónclave.
Pero, agregó, el asunto va “más allá de sólo cuestiones técnicas”, ya que es un “proceso unido también con la oración, con la meditación, con la reflexión sobre quién podría ser la persona que el Señor ha identificado como el papa de Roma”.
El Vaticano también planea usar inhibidores de señal en los alrededores de la Capilla Sixtina y las residencias para evitar vigilancia electrónica o comunicación fuera del cónclave. Los gendarmes de la Santa Sede supervisarán las medidas de seguridad.
El juramento
Las disposiciones para la toma del juramento están establecidas en la ley vaticana.
San Juan Pablo II reescribió las normas sobre las elecciones papales en un documento de 1996 que sigue en gran medida en vigor, aunque el papa Benedicto XVI lo enmendó dos veces antes de renunciar en 2013, él endureció el juramento de secreto, dejando claro que cualquiera que revele lo que sucedió dentro del cónclave enfrenta la excomunión automática.
En las reglas de Juan Pablo II, la excomunión siempre fue una posibilidad, pero Benedicto XVI la hizo explícita.
Ahora los que prestan juramento declaran: “Prometo y juro que, a menos que reciba una facultad especial otorgada expresamente por el pontífice recién elegido o por sus sucesores, guardaré absoluto y perpetuo secreto con todos los que no formen parte del Colegio de Cardenales electores en relación con todos los asuntos directa o indirectamente relacionados con los votos emitidos y su escrutinio para la elección del sumo pontífice”.
“Del mismo modo, prometo y juro abstenerme de usar cualquier equipo de audio o video capaz de grabar cualquier cosa que ocurra durante el período de la elección dentro de Ciudad del Vaticano, y en particular cualquier cosa que de alguna manera, directa o indirectamente, esté relacionada con el proceso de la elección misma”.
“Tomo este juramento plenamente consciente de que una infracción del mismo incurrirá en la pena de excomunión automática reservada a la Sede Apostólica. Que Dios y estos Santos Evangelios, que toco con mi mano, me ayuden”.
Una exhortación final en favor de las víctimas
Mientras el Vaticano se preparaba para el cónclave, su comisión asesora de protección infantil instó el lunes a los cardenales a darle prioridad el tema del abuso sexual del clero, diciendo que la credibilidad misma de la Iglesia católica depende de la rendición de cuentas, la transparencia y la justicia para las víctimas.
La Comisión Pontificia para la Protección de Menores, un departamento del Vaticano creado por el papa Francisco con el fin de que asesore a la Iglesia sobre las mejores prácticas para combatir los abusos, compuesta por clérigos y expertos laicos, emitió un llamado a la oración a los cardenales que se reúnen en Roma esta semana antes de entrar en el cónclave.
“Que ninguna preocupación por el escándalo oscurezca la urgencia de la verdad”, decía el texto, “Que ninguna consideración por la reputación impida nuestra responsabilidad primordial de actuar en nombre de aquellos que han sido víctimas de abusos”.
El escándalo por los abusos ha comprometido gravemente la credibilidad de la jerarquía católica en muchos países, luego de que se revelara que se cometieron abusos durante décadas y hubo encubrimiento por parte de obispos y superiores religiosos, Francisco y Benedicto XVI tomaron algunas medidas para abordar el escándalo, pero aún reina una cultura de impunidad, no hay transparencia sobre los casos, y las víctimas dicen que el mismo proceso que la Iglesia ha implementado para tratar las denuncias a menudo los vuelve a traumatizar.
La declaración reconoció el daño que el escándalo ha hecho a la reputación de la Iglesia, y señaló que los cardenales tienen una responsabilidad hacia las víctimas.
El presidente de la comisión, el cardenal Sean O’Malley, está participando en las conversaciones previas al cónclave, pero no votará en la elección en sí porque supera el límite de edad de 80 años.
Con información de Latinus