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Carta abierta a un animal sin pluma

A falta de nombre, voy a llamarte: huesero despechado, taimado, piojo y miedoso.

 

 

Yo tengo biblioteca. Tú apenas tienes teclado”.

 

Luis Villegas Montes.

 

Hola, tú, entremos en materia sin preámbulos innecesarios.

Pues bien, parece que después de escribir tu flamante “El enquistado” (https://laopcion.com.mx/la-fuente-movil/el-enquistado-20250717-495591.html), ya reuniste el valor suficiente, animal, para arrastrarte de debajo de las piedras (hiena disfrazada de tinterillo pobre y mediocre) y dar muestras de vida.

Si bien celebro tu arrojo (¡olé, macho!), no puedo menos que lamentar que continúes escudado en el anonimato (signo inequívoco de odiosa cobardía); ni modo, como sea, procedo a responder tu horrendo infundio que —por nobleza con el público lector—, reproduzco en su totalidad junto con la correspondiente liga: https://laopcion.com.mx/la-fuente-movil/trompudo-y-pendejo-20250722-495955.html:

Dicen que hay que ser marranos pero no trompudos y el Señor Magistrado Luis Villegas Montes resultó ser marrano, trompudo y además pendejo. Acostumbrado a mamar y dar de topes (y también que se los den, según le dicen a La Fuente) el jurisconsulto hocicón -virtud única que se le reconoce- anda danto tumbos por el Tribunal Superior de Justicia. Al fin y al cabo compadre de La Corraleja, con el mismo estilo y la misma personalidad, mitómano, megalómano, llorón y alcohólico -una sorprendente identidad de almas- no podía esperarse otra cosa de él. Marrano y trompudo porque en la misma Sala que le obsequió Duarte, sin merecimiento alguno, ignorante del Derecho Civil, litigante del Electoral, aunque ahora se dé golpes de pecho, tuvo a su esposa y a su amante. Adriana Carrete, quien se jubiló hace dos años de la misma Sala, vio al trompudo haciendo marranadas con Diana Félix, quien ahora es su cónyuge, después de vivir un divorcio tempestuoso. Pero en sus ratos libres, como luego se dice, Luisito le ponía a todo y nada más bástese recordar aquella ocasión que fue balconeado por la policía municipal, cuando era Diputado Federal, hasta las chanclas de borracho con otra persona en pleno romance, arriba de un carro, que por cierto algunos dicen que era una mujer y otros aseguran que se trataba de un hombre. Y pendejo porque, ademas (SIC) de haber sido y trapeado por la Jueza Sabela Assiain (SIC), en aquel dramático episodio que le dio la vuelta al país, confiesa en su torpe artículo todo lo que se le acusa. Pero, hay que decirle, la miel no se hizo para el hocico del asno, y por eso será muy difícil, por no decir imposible, que el Señor Magistrado Villegas Montes llegue algún día a manejar recursos públicos como pudieran ser los del nuevo Organo (SIC) de Administración del Poder Judicial del Estado. Por lo demás, de periodismo ni siquiera valdría la pena tocar el tema con el marrano, trompudo y pendejo, porque pues para empezar, confunde un editorial con una columna -géneros periodísticos muy alejados de su alcance- y eso le imposibilita completamente para entablar una conversación sobre la mejor profesión del mundo, como diría Gabriel Garcia (SIC) Márquez, en donde pretende refugiarse en su calidad de político fracasado y magistrado ambicioso pero torpe para operar. Finalmente, se le podría pedir a Luisito Villegas aplicar la máxima De Santiago: ‘…todos deben ser rápidos para escuchar, pero lentos para hablar y lentos para la ira, porque la ira del hombre no produce la justicia De Dios’. Pero pedirle eso a este pobre pendejo no nos llevaría más que a la nada”.

Mira, podría responder línea por línea semejante vileza, pero no lo voy a hacer; y no lo voy a hacer por tres razones: la primera, porque ésa es una sarta de mentiras encabalgadas una tras otra; la segunda, porque el grueso de tu escrito (si a ese bodrio se le puede llamar así), es un solo y largo insulto (“trompudo”, “pendejo”, “hocicón”, “alcohólico”, “marrano”); y tercera —hacedor de desprestigios, tranzas, patrañas y montajes—, porque no todo se rebate, hay cosas que deben superarse; porque si uno se detiene a discutir con quien escupe hiel y veneno desde el anonimato, corre el riesgo de terminar convirtiéndose en lo mismo y, ¡qué asco, hipócrita, deslenguado, tinterillo, pusilánime y miserable!, ser como tú; yo —a diferencia tuya— tengo razones más altas para escribir, de entre las cuales, no está ponerle tarifa a mis párrafos.

Tus palabras deben perdurar, engendro, porque constituyen por sí mismas un monumento; un vivo ejemplo de todo lo que no es periodismo, ni reportaje, ni crónica, ni crítica, sino apenas, el atroz balbuceo de un incontinente verbal ahíto de incontrolable furia que ni a la familia respeta... y lo sabes. Que te lean, que te lean hombres y mujeres de bien para que sepan a lo que puede llegar el furor de un ser mezquino, raquítico, presa de rabia, cuando no tiene ni el talente ni el talento, para enfrentar a sus adversarios.

La tuya, no es una réplica, es un puro desahogo, un ataque visceral y burdo disfrazado de respuesta, carente de argumentos; es un texto panfletario que recurre a la injuria directa y al rumor infame como única estrategia; no pretendes debatir (no puedes), sino descalificar y herir; y no con la gracia del buen humor, mentecato, sino con la torpeza de quien se sabe, y lo demuestra, intelectualmente inferior y busca compensarlo con escarnio e insultos.

Lo que no firmas, cobarde, no es de alguien que defienda una causa; es un instrumento editorial puesto al servicio de quienes sí quedaron exhibidos con mis artículos; con tu pobrísima respuesta, demuestras que yo tenía razón y que, en efecto, careces de formación, oficio, pudor y decencia. Si embargo, gracias, gracias porque me brindas la satisfacción de constatar (ésa fue mi intención desde el principio, te lo juro), que mi texto dolió, que tocó fibras, que hizo rabiar, y mucho, a esos perros que te traen de la cadena y operan como tú, desde las sombras.

En fin, hasta ahí, si sólo se tratara de mí podría disculpártelo, cretino (hermano de todos los parásitos mediáticos); sin embargo no puedo; y esta respuesta es obligada para advertirte que no voy a descansar en lo jurídico hasta ver cómo te tragas tus palabras inmundas, mirando al infinito con singular elegancia.

¡Ah, por cierto!, no te engolosines, ésta es la última vez que me tomo la molestia de responderte; ello, por la simple y sencilla razón de que estamos en una posición de franca desventaja: a ti te sobra un medio de comunicación y te falta cerebro, te falta pluma, te falta cultura y te falta educación, meterse a discutir contigo es aprovecharse de un idiota; en suma, no vales la tinta de estos párrafos.

Lo demás es ruido; como decían los romanos: Quos Deus perdere vult, dementat prius.[1]

Contácteme a través de mi correo electrónico o sígame en los medios que gentilmente me publican, en Facebook o también en mi bloghttps://unareflexionpersonal.wordpress.com/

Luis Villegas Montes

luvimo6608@gmail.com   luvimo6614@hotmail.com

 


 

[1] Aquello a quien Dios quiere destruir, primero lo vuelve loco.


 

Tips al momento

Una opinión

Hay una reflexión y análisis que, se hace sobre un audio que circula entre grupos de jubilados y derechohabientes de Pensiones Civiles del Estado.

Según destaca en este análisis, el audio señala que los retiros del fondo propio de Pensiones Civiles del Estado, ponen en riesgo la sobrevivencia de esa institución.

La reflexión sobre ese audio que circula entre jubilados y pensionados del magisterio, un grupo con influencia que, dicen, logró poner a uno de los suyos en la actual dirigencia de la Sección 42, lo que les salió peor, es tan oportuno que merece ser difundido y la reproducción íntegra del mismo, que a continuación se presenta, con los créditos a quien corresponda:

Opinión: El miedo como estrategia: el fondo propio y la amenaza que no existe

En los últimos días ha comenzado a circular un audio anónimo en grupos de jubilados y derechohabientes de Pensiones Civiles del Estado de Chihuahua (PCE). Aunque su autor no se identifica, su contenido reproduce de forma casi literal la narrativa promovida por algunos actores sindicales que hoy ocupan posiciones de poder. El mensaje busca generar temor entre quienes han decidido ejercer su derecho a recuperar el llamado “fondo propio”, insinuando que esta acción podría provocar el colapso del sistema.

En el audio se afirma que retirar el fondo propio “pone en riesgo Pensiones” y que, de continuar por ese camino, “se perderán todos los beneficios” que supuestamente se disfrutan como jubilados. Quien lo dice no se presenta como parte del comité, pero habla como si lo fuera. Quizá lo hace desde la ignorancia, repitiendo lo que ha escuchado; quizá desde la intención de confundir y asustar.

Lo cierto es que la estrategia es clara: convertir un acto de defensa legal en un supuesto acto de traición colectiva. Culpar a quienes exigen cuentas, mientras se protege a quienes llevan años sin rendirlas.

¿Quién sostiene Pensiones?

Una de las afirmaciones más preocupantes de este discurso es que Pensiones se sostiene gracias a los descuentos del fondo propio realizados a unos tres mil jubilados, es decir, a quienes se retiraron a partir de 2014. Este argumento es completamente insostenible si se considera que PCE cuenta con más de 95,000 afiliados entre activos y jubilados.

Si tres mil personas son las que sostienen todo, entonces el sistema ya está quebrado. No por culpa de los jubilados que exigen lo suyo, sino por quienes han permitido que más de 50 instituciones deudoras no paguen lo que deben. Ahí está el verdadero problema, y ahí debería estar también la indignación.

La legalidad del retiro

No es nuevo ni ilegal el retiro del fondo propio. Varios juicios se han ganado ya en tribunales por su carácter inconstitucional: se trata de un descuento unilateral, sin consulta y aplicado de forma desigual. Ante estos hechos, el abogado Lic. Mena —a quien falsamente se le ha vinculado con estas demandas— emitió un comunicado oficial en el que se deslinda de cualquier participación. Señaló que ni él ni su despacho tienen relación alguna con grupos como COSIGEN, y que su única acción jurídica ha sido contra la omisión legislativa del fondo de vivienda.

La desinformación, sin embargo, ha sido útil para ciertos sectores que buscan desviar la conversación. En lugar de hablar de auditorías, de recuperación de adeudos o de transparencia financiera, se opta por atacar al jubilado que ejerce su derecho.

El miedo como método

El mensaje anónimo no es un caso aislado. En los mismos días, en el grupo “2-DERECHOHABIENTES”, una participante llamada Lucy Robles sugirió “frenar a tiempo” las ideas que alientan a los jubilados a actuar, acusando a sus promotores de ser “redentores obsoletos”. La lógica es simple: quien cuestiona, quien propone, quien se defiende, representa una amenaza al orden de quienes se sienten cómodos en el poder.

Se pretende convencer a los jubilados de que pedir lo justo es desestabilizar; que exigir transparencia es egoísta; que actuar por cuenta propia es traicionar al colectivo. Pero nunca se habla de los millones que no se han cobrado a los entes deudores, de las decisiones negligentes que nos llevaron al deterioro actual, ni del silencio cómplice de los comités pasados y presentes.

Reflexión final

Cada quien debe tomar su decisión. Nadie está obligado a retirar el fondo propio, pero tampoco debe sentirse culpable quien lo haga. La defensa del patrimonio individual es legítima, sobre todo cuando el sistema que debía protegernos ha fallado una y otra vez.

Si yo estuviera en esa situación, sí elegiría recuperar mi dinero. La vida es corta. No estamos para despreciar recursos que legítimamente nos pertenecen. Lo que no haría es quedarme callado ante el miedo disfrazado de consejo, ni permitir que el discurso oficial me convenza de resignarme.

El problema de Pensiones no es quien se defiende.

El problema de Pensiones es quien calla, solapa y desvía.

POR PCE POR NUESTRA SALUD

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