• Participó en el Seminario Interdisciplinario “Inteligencia artificial, ética y derecho: privacidad, transparencia y responsabilidad en la era digital”, junto con Julio César Bonilla Gutiérrez, Irving Espinosa Betanzo y Sarah Mis Palma León
Para entender los riesgos, cuáles son los marcos normativos a nivel internacional (en México no hay antecedentes en la materia) y los dilemas éticos que surgen ante cada avance tecnológico en esta era digital, necesitamos nuevos instrumentos, con parámetros actualizados en temas como la inteligencia artificial (IA) o la privacidad.
Así lo señaló la comisionada presidenta del Instituto de Transparencia, Acceso a la Información Pública, Protección de Datos Personales y Rendición de Cuentas de la Ciudad de México (INFOCDMX), Laura Lizette Enríquez Rodríguez, quien añadió: Es impostergable la educación en tópicos como responsabilidad digital, innovación o datos personales.
Al participar en el Seminario Interdisciplinario “Inteligencia artificial, ética y derecho: privacidad, transparencia y responsabilidad en la era digital”, organizado por el Centro de Capacitación e Investigación en Transparencia y Protección de Datos Personales del INFOCDMX, Enríquez Rodríguez refirió que hay temáticas interesantes como libertad cognitiva, transparencia, consentimiento informado o los retos institucionales que trae la IA, los cuales han abierto debates en diversas trincheras. Los participantes tendrán una visión integral de los problemas actuales y futuros en la materia.
Ante la secretaria General de la Facultad de Derecho (FD) de la UNAM, Sarah Mis Palma León, el comisionado ciudadano del INFOCDMX, Julio César Bonilla Gutiérrez, consideró: Lejos de sucumbir a futurismos distópicos, es preciso esbozar soluciones constitucionales innovadoras para domesticar al “Leviatán digital” y ponerlo al servicio de la democracia.
Las constituciones del siglo XXI deben reconocer explícitamente derechos como la protección de los datos personales, privacidad informativa, autodeterminación y, quizá, la nueva prerrogativa: la identidad digital.
Mencionó la necesidad de establecer mecanismos de supervisión democrática de los algoritmos. “Así como el poder político está y debe estar sometido a pesos y contrapesos, el algorítmico debe ser auditado. Esto puede traducirse en la creación de agencias especializadas encargadas de certificar los sistemas de IA utilizados por gobiernos y grandes empresas, asegurando que cumplan con criterios de transparencia, equidad, rendición de cuentas y ética”.
Ningún sistema de IA debe estar por encima de la Constitución ni fuera del alcance de la supervisión humana, sentenció Bonilla Gutiérrez en el auditorio Eduardo García Máynez, de la FD.
La actualización permanente del marco jurídico debe asumirse como la nueva normalidad. A medida que la tecnología evoluciona, el legislador y los estudiosos del derecho deben reaccionar con agilidad, apoyándose en expertos multidisciplinarios y en la participación ciudadana para adoptar las normas sin ceder principios.
El poder de la IA deberá someterse al escrutinio público y a la ética democrática; en lugar de temer al nuevo Leviatán, corresponde a las nuevas generaciones asumir el desafío de domarlo, desarrollar contrapesos constitucionales, marcos legales creativos y una cultura digital informada que mantenga a las inteligencias artificiales como servidoras de la sociedad y no como sus amas, apuntó.
El entonces ministro electo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Irving Espinosa Betanzo, resaltó que hablar de IA lleva a reflexionar sobre el derecho humano a la ciencia, a participar en su desarrollo y sus beneficios.
El experto refirió que a primera vista parece que la tecnología carece de sesgos, pero no es así, tampoco es neutra. En apariencias todos tenemos acceso a la tecnología, a los teléfonos móviles, dispositivos inteligentes, etcétera, cuando hay gente sin ellos, que no los puede emplear a plenitud, se vuelve un impedimento para acceder a los beneficios de los adelantos tecnológicos.
Hoy en día también enfrentamos a la ciberdelincuencia en fraudes donde se ocupa la voz de las personas; la recopilación y abuso de datos personales por parte de empresas y gobiernos; o la amplificación de la violencia digital, alertó Espinosa Betanzo.
Es necesario reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos en el uso de la IA en la academia y de la herramienta que puede ayudar o atentar contra la dignidad de las personas, puntualizó.
A decir de Sarah Mis Palma León es fundamental que como juristas y profesionales tengamos la certeza de que como sociedad no podemos despersonalizarnos ni perder nuestra esencia.
En este ámbito se requiere de una regulación jurídica y ética que parta de principios y valores. La tecnología se desarrolla a pasos agigantados y se necesita conjuntar esfuerzos y entusiasmos en el contexto de la academia y del orden jurídico, a fin de regularla y que “no nos gane”.
El futuro nos alcanzó y es momento de hacer algo para que, de manera complementaria, la tecnología y el ser humano -sin perder sus valores y esencia- podamos confluir en una sociedad cada vez mejor, concluyó.