Silvia Pinal, quizá la actriz más completa de México

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Así tituló el periodista cultural Carlos Landeros las dos entrevistas que reunió en el libro “Y tiritan azules los astros a lo lejos”, en 1964 y en 1985. De esta última, realizada para la revista Siempre! -cuando alcanzó el éxito con la comedia musical Mame-, Proceso seleccionó los siguientes fragmentos del amplio diálogo, con autorización de su autor. Carlos Landeros (*)

“Vaya a entrevistar a la Pinal”, me ordenó Manuel Buendía, a la sazón del director del semanario Crucero en 1964. Silvia actuaba ya en plan súper estelar en un cabaret de la Zona Rosa. Casi 20 años más tarde, volvimos a conversar.

Llegamos Joaquín Olivares, el fotógrafo de Siempre! y yo a su casa del Pedregal de San Ángel. A la entrada nos encontramos con el gobernador de Tlaxcala, Tulio Hernández, en ese entonces esposo de Silvia, quien metido en sus pants se disponía a pasear en bicicleta. Nos invita a entrar y una secretaria nos lleva al estudio de la casa. A los pocos minutos regresa el gobernador y nos dice que mejor pasemos a la sala, que estaremos más cómodos ahí. Sale Silvia, guapa y salerosa como siempre. Dos solitarios refulgen en sus orejas; blusa, falda y sandalias en tonos color lavanda; esconde sus ojos tras enormes gafas oscuras. Nos acomodamos en un love seat e iniciamos la conversación, que se prolongó por más de tres horas. (…)

-Silvia, creo que Mame es tu obra. Cuando sales, iluminas la escena. Tienes una presencia escénica muy bonita. En el ambiente artístico mexicano eres una de las pocas actrices que también pueden llamarse estrella y eso es muy difícil. ¿Cómo se logra eso?, ¿se puede separar a la estrella de la actriz?

-Sí, existe una diferencia entre estrella y actriz. Quizá la estrella surge principalmente en el cine. Pienso que una estrella es una cosa pasajera; que tiene gran brillo y es extraordinaria por el momento, pero que en cuanto pasa la juventud, termina. El caso de una actriz es diferente, porque puede seguir trabajando en el teatro, cine, televisión y cabaret, aunque ya se haya ido la juventud. Pero sí es difícil. La verdad, creo que no sé si fueron las circunstancias o si fueron las “oportunidades” entre comillas, las que me han llevado al sitio que ocupo, porque yo no le llamo una oportunidad a lo que aprovechas, ganas, luchas y logras. Te las pone el destino enfrente y por eso le llaman oportunidad de verlo y descubrirlo y de agarrarlo y después de sacarle el jugo posible. Eso sí es realmente muy difícil lograrlo, pero no el haber tenido muchas coincidencias en mi vida, que me han ayudado a lograr eso (…)

-Dime, ¿cómo empiezas a construir un personaje?, ¿partes de ti misma o del personaje?

-Soy muy intuitiva, primero siento las cosas, después las analizo para llegar a una conclusión. O sea, analizo cómo se vestiría el personaje, de todo, no solamente de ropa sino de actitudes, de manera de hablar, de caminar, de reaccionar, etcétera, pero en general mi trabajo es intuitivo. Una vez teniendo el personaje agarrado en mis manos, sabiendo lo que estoy haciendo, que estoy haciendo este personaje, sobre este personaje, ya me salen muchas cosas. (…)

Buñuel, Silvia y Alatriste

-Silvia, una de las películas que más he admirado es Viridiana, y también a su director Buñuel. Tú fuiste la estrella y en cierta forma también la productora de la película.

-Es una obra de arte...

--A Buñuel con Viridiana se le abrieron de nuevo las puertas de la producción internacional después de El perro andaluz, Los olvidados y de Nazarín. Con Viridiana los productores internacionales lo llamaron. Confiaste en él. Después de esa película realizó otros de sus grandes films, Bella de día, Tristana y El discreto encanto de la burguesía. Por eso me pareció muy injusto que no te mencionara en sus memorias.

-A mí también. El libro me lo regaló Tulio. Lo compró y me lo trajo y me dijo “¿Sabes qué?, te vas a llevar una desilusión muy grande; lo compré para regalártelo y cuando lo hojeé me di cuenta de que no te menciona”. Me dolió mucho, porque además aún estaba vivo el viejo y yo quería ir a reclamarle, pero ya estaba muy enfermo y no me atreví. Entonces, Gustavo (Alatriste) me explicó cómo había hecho el libro. Lo hizo en Francia con el escritor Carrière o no sé cómo se llama (...)

“Pero don Luis se olvidó totalmente del nacimiento de Viridiana y eso no se lo perdono al viejo, porque la realidad la sabemos los tres. O sea, podemos decir misa a través de los años, pero la realidad es que ahí, sobre ese tapete --dice Silvia al tiempo que señala un área de la sala--, ahí estuvimos hincados leyendo el primer script que trajo Buñuel de Viridiana, que era malísimo. Yo lo leía y era la de la responsabilidad, porque Gustavo no sabía nada y me decía: “Japonesa, métete y tú haces lo que quieras, porque yo de esto no sé nada; te prometí un regalo y este es tu regalo, ¿ok? Le pagaré lo que sea. Le pagaré el doble”. Así agarramos al viejo. Le dimos libertad absoluta. Creo que por eso logró lo que logró. Porque cuando tienes un genio como Buñuel, si le das toda la libertad, sale lo mejor (…)

“Nunca había hecho un personaje tan gris: el de una mujer muerta, tan improductiva. Es una mujer totalmente buena para nada, es una estúpida. Entonces luché con el personaje, porque, ¿cómo puedes interpretar un personaje en el que no crees, porque es totalmente tu anti-personalidad? Claro, por eso tienes que ser actriz, si no, no lo haces. Pero llegué a España y fui con las monjas; andaba con ellas y me fijé cómo vestían y cómo actuaban y cómo estudiaban para llegar a ser santas... Hasta que Buñuel logró que me sentara en el suelo, y él en mi silla, y yo le daba mi vino y me comía un plátano. Era una sumisión total, pero qué bueno, porque logré entender realmente el personaje de Viridiana.” (…)

-Entonces, ¿no ganaste dinero con Viridiana?

-No. Después de 20 años de estrenada en España, hace poco, cuando fuimos Tulio y yo a Yugoslavia, pasamos por ahí, porque tuvo una junta en el Colegio de Arquitectos de Madrid, y entonces fue la primera vez que me mandaron una carta de un banco, diciendo que el gobierno de Madrid había premiado a Viridiana como la mejor película hispana hecha en España y que le habían dado un premio de 3 millones 500 mil pesetas, y que a mí me correspondían 135 mil pesetas, porque se había repartido entre todo el personal; y es lo único que yo cobré por Viridiana: 135 mil pesetas. Yo era productora de chisguete, o sea, no cobraba nada por mi trabajo. En ese momento ganaba 25 mil dólares por película, que era mi aportación supuestamente, mi trabajo, que valía eso. La película costó: 1 millón 500 mil pesetas, y 25 mil dólares eran entonces mucho dinero... Realmente yo estaba aportando mucho con mi trabajo, pero cuando estás casada con un señor que te está regalando el resto, no te pones a firmar papeles ni nada...

-Claro.

-Después viene el divorcio, y obviamente que no le exigí nada, jamás le pedí nada. Creo que lo que me dio fue bastante, ¿no?, bastante... --afirma convencida--. Volviendo al libro no sé, pienso que Buñuel ya estaba grande (…)

-El otro día te vi en la película que se titula: Un extraño en la escalera...

-Esa fue la película que me hizo estrella (…)

-Otra de las cosas que más me ha impresionado de tu personalidad, Silvia, es que eres la antítesis de la diva...

-Yo creo que los tiempos han cambiado, Carlos, eso ya es obsoleto. La gente ya no es así. Ahora hay que tener más comunicación con el mundo en que vives y más contacto con él y a base de eso estoy vigente, creo yo. Nada más por eso. Te aseguro que una de las cosas que más me interesan es saber qué piensa la gente, cómo vive, sus problemas, porque los estoy viendo igual; yo no vivo en la ignorancia. Llevo la economía de mi casa. Sé cuánto cuesta el jitomate y cuánto ha subido la carne. Trato de ahorrar, porque a veces el gasto que me dan no me alcanza, entonces sé cuánto cuesta el sueldo de una criada. Sé en lo que está cada cosa, sé cuánto cobra un bailarín, sé cuánto cuesta el decorado, etcétera. Tienes que estar en contacto con el mundo. Por eso pienso que la época aquella maravillosa en que la gente se movía en otro mundo como Dolores (Del Río), como María (Félix), las intocables, las inalcanzables, a nadie le impresiona ya... Actualmente el 75 por ciento de la población de este país es de 25 años para abajo, ¿qué tienes que hacer?, pues estar tratando de llegarle a ellos, ¿no? (…)

-Silvia, pero ¿qué más quieres?, ¿qué va a pasar después de mañana?

 -Quiero muchas cosas. O sea, vienen surgiendo todos los días. Nadie sabía hasta dónde iba a llegar el éxito de Mame, por ejemplo. Yo tenía mucha fe. Sabía que iba a ser un exitazo en la taquilla. Lo que no sabía es que por primera vez en toda la historia de mi carrera teatral se fuera a unificar la prensa y toda la crítica en forma tan maravillosa: “No hay otra totalmente así”, “es la única”, etcétera. Eso sí no lo esperaba, porque nunca he promovido los regalos ni las cortesías. Yo cultivo la amistad de verdad, es decir, yo te quiero a ti, te hablo, pero te hablo para decirte que me siento de la fregada y estoy llorando y... o vamos a comer y nos ponemos un cuete y ahí los dos hablamos del año setenta y criticamos a fulano y a zutano. Pero es una amistad común y corriente la que promuevo. No me preocupa como relaciones públicas. No me interesa tener como todo el mundo una relación amable y agradable para que me produzca algo en el momento adecuado. No, al contrario, me gusta el reto, no me gusta tener a todo el mundo como amigo, porque a la hora de la hora, cuando estrenas algo, cada uno va con su badajo de cosas, de rencores, de envidias, de lo que sea, o de amistad; entonces eso me encanta. Yo sé que tal periódico a mí no me quiere porque no soy de su secta, llamémoslo así. Sé que tal periódico me quiere porque soy su amiga, etcétera. Por eso me encanta mi éxito actual, porque ahora no hubo ni amistad ni compadrazgo ni nada, o sea, todo se conjugó para el éxito. Entonces, es algo que intuí, pero que jamás en la vida se puede decir: sí, ahí está el éxito, la realidad es ésta. Eso no es cierto. Ahora tú me preguntas, ¿qué va a pasar después de Mame? Te contesto que ya cambiaron las metas, ya cambié yo. O sea, ¿qué es lo próximo que tengo que hacer? Es otro reto que acepto: una tragedia que sea el cambio total. Los traigo locos siempre, porque una vez hago La señorita de Tacna, luego hago Sara Bernhardt en provincia y después vengo a hacer Mame. Antes hice mi Show felicidad de Silvia. Es lo que me gusta, utilizar dizque la versatilidad de la actriz, que soy... capaz. Quiero hacer también una comedia musical, cuyo proyecto tengo desde hace dos años. Será una comedia musical mexicana. Me gusta mucho el estilo de escribir de Marcela del Río y espero convencerla de que la hagamos juntas, porque la idea de la obra es la historia de una mujer. Quiero hacerla en México y en Estados Unidos.

-O sea, ¿tienes la intención de ir a Broadway?

 -No, desgraciadamente no hablo bien el inglés para eso; pero quiero ir a donde están los chicanos, porque además es la historia de una mujer chicana.

-¿De una pobre chicana?

-No, de una chicana triunfadora, de una chicana como pudiera ser yo. O sea, a los 20 años se va a Los Ángeles y empieza a luchar y hacer una vida y llega a ser lo máximo en la política. Además, llega a ser dueña de un banco en Estados Unidos. Este es el proyecto; proyecto que nos va a costar mucho trabajo realizar porque hay que componer música original. Ya hablé con Juan Gabriel para que me haga uno o dos temas. También con los italianos que hicieron la coreografía de El diluvio que viene, porque tienen gran experiencia en comedias musicales. Luis G. Basurto también me dijo que la próxima obra que debería montar es El Juicio de Santa Juana, o no recuerdo cómo se llama… Creo que es de Bernard Shaw. (…)

Silvia, el Televiteatro y la política

-Quise entrar a Televiteatro, y soy muy necia, por el apoyo que da con los spots de televisión. Creo que ahora tengo ocho spots. Sin embargo, con Mame la prensa fue la que alborotó el ambiente. Resulta interesante darse cuenta de que cuando una cosa pega no es necesario atosigar a la gente con tanto spot. Pero desde luego que sí es necesaria la publicidad por televisión. Además, los Televiteatros están calientes. Tienen un público que se ha logrado realmente ahí, porque no es el mismo el público que va al Insurgentes o a otros teatros...

-¿Cuál es el público que va ahí?

-La mitad puede ser el que vaya a todos los teatros, pero la otra mitad es la que ha creado esos locales. Son los niños, la chaviza, la señora con su suéter y su bolsa del mandado. Eso es muy interesante, por eso quise producir Mame ahí.

-Entonces, ¿por qué mencionaste el otro día que para todo el mundo ha sido un buen negocio Mame, menos para ti?

-No es que sea mal negocio, se gana dinero, ¡cómo no voy a ganar dinero!, lo que pasa es que no gano lo que los bailarines del elenco de Mame creen (…)

-¿Crees que ha cambiado en algo la política?

-Pienso que sí. Primero, porque ahora son políticos estudiosos, preparados. Actualmente ha cambiado el político porque entonces la mayoría eran improvisados, no profesionistas. Eso también es muy importante. La política no ha cambiado en muchas cosas, ¿verdad?, porque muchas cosas siguen igual, pero eso obviamente ha cambiado. Puede que siga igual entre los drogadictos, entre la mafia de los policías, de las guaruras. No sé si exista todavía esa cosa tremenda que produce la droga. Y la trata de blancas, que produce todo eso.

Silvia y su peor película

-Silvia, y tu peor película, de la que digas “¿por qué hice esta película?”

-¡Uy! Hay muchas (risas). Digo, he hecho 150 películas... imagínate... Sí, he hecho de todo... Pero no te podría decir cuál es la peor, ¿y sabes por qué? Porque con todas llegué a ser lo que soy, gracias a todas.

-Pero tienes una consentida, por ejemplo, Viridiana.

-¡Ah!, Viridiana, El extraño en la escalera, La dulce enemiga, Estrategia matrimonio... Tengo muchas películas que me gustan. Pero creo que todo lo bueno y lo malo te va haciendo lo que eres al final. Me siento agradecida de haber hecho 50 mil churros, y 40 mil papelitos chiquitos al lado de EIsa Aguirre, de Marga López, de Pedro Infante, de Dolores... no, con Dolores no trabajé, con Libertad Lamarque, la que fuera; yo trabajé con miles de personas haciendo papelitos, papelitos...

-¿Y estelares?

-Como 60 o 70.

-Bueno, ¿no te acuerdas de alguna que...

-Me acuerdo de muchas que eran malísimas, por ejemplo, Las tres viudas alegres. Cuando las veo digo: “¡Qué horror!” También veo Susanito y El casto Susano, con don Joaquín Pardavé... Pero te digo, benditos sean los “churros” porque me dieron una experiencia que aproveché al máximo. Por eso cuando me ofrecieron El extraño en la escalera llevaba cinco años fregándome y estaba como navaja de afeitar porque ya tenía experiencia. Ya sabía lo que estaba haciendo y cambié mi imagen yo solita.

-De todas las películas que has hecho, aparte de Buñuel, ¿cuál ha sido el director que realmente te dejó algo?

-Tito Gout hizo La sospecha y Estrategia matrimonio y realmente son buenas películas; me gustó mucho Tito Gout.

-Y con el Indio Fernández, ¿nunca has trabajado?

-Sí, pero no me gustó nada de lo que hice con él, se llamó El puño del amor; al principio se llamaba “Bramadero”. La historia de un...

-La historia de un gran amor la hicieron...

-Gloria Marín y Jorge Negrete, bellísima película, y repitió con Jaime Fernández y conmigo. Pero ya era la época en que empezó mi Indio a tambalearse, me va a odiar, pero ya no era igual. Ya se estaba copiando él mismo. Ya no tenía la misma calidad, ni dinero, ni intérpretes, ni nada. Luis Alcoriza también me gusta como director. René Cardona Jr. también es buen director, tiene mucha facilidad para dirigir comedia…

Silvia y el camarógrafo

-Como actriz, ¿qué papel le das en la película al camarógrafo? ¿Alguna vez trabajaste con don Gabriel Figueroa?

-Cómo no. Muchas, muchas veces; en El ángel exterminador, que por ahí tengo la foto, ahorita te la enseño. ¿Qué papel juega el camarógrafo?, pues el que el director quiere que haga. Por ejemplo, el Indio Fernández le daba totalmente el apoyo a la fotografía porque eran bellísimos paisajes que sacaba Gabriel. Sin embargo, Luis Buñuel no se lo permitía, al contrario, le molestaba muchísimo. A él le molestaba que sacaran cierto tipo de fotografía, le distraía a la gente, decía: “No, no y no”. Yo vi una vez la proposición de Gabriel: “Aquí entra el coche y yo tomo una foto así”. Y le dijo: “No, no, póngame la cámara aquí Gabriel y que entre el coche así”. Obviamente Gabriel tenía que sacar una calidad extraordinaria, pero Buñuel no permitía grandes desplazamientos, grandes movimientos, porque no era su estilo. Pero una buena fotografía para una estrella, cuando estás haciendo comedia, donde tienes que salir guapa, donde es parte del éxito de una comedia y quieres que la imagen sea buena, que los colores sean bellos... que estén bien vestidos los personajes, que la historia sea muy agradable para que la gente se divierta mucho, entonces la fotografía sí agrega un gran papel. Que el fotógrafo te saque muy bien. En un drama no vale mucho que salgas guapo o feo, pero es importante el claroscuro, porque el blanco y negro apoya mucho. Todo depende de la película de que se trate y desde luego del director.

-Algo que me gustó, cuando vi en la televisión la develación de la placa de las cien representaciones de Mame, es que hayas escogido a una de las actrices que más admiro, Carmen Montejo, y a Manolo Fábregas, que es una personalidad dentro del teatro en México.

-Sí, es maravillosa. Pero la escogí, aparte de que es una buena actriz, que respeto y admiro, porque empecé con ella. En la primera película que hice, Bamba, ella era la estrella, junto con Tito Junco y Víctor Manuel Mendoza. Manolo también está ligado a mi vida artística desde siempre. La primera obra que produjo fue Celos del aire, con Carmen Montejo, él y yo en el teatro Ideal. La primera obra importante que produjo fue en el Insurgentes, Divorciémonos. También conmigo. La primera serie de televisión que hicimos juntos fue el primer teleteatro en el canal 4, dirigido y producido por él. Estrenó su teatro, el Manolo Fábregas, con Fernando Soler, Marilú Elízaga y yo. O sea, es toda una vida artística juntos, en la cual él ha creído en mí, porque me ha dado trabajo, aparte de la amistad y el cariño que nos tenemos. Por eso digo, escogí a las dos personas que desde un principio creyeron en mí. Por eso quise estar esa noche con ellos.

Silvia y don Susanito

-Lo que te voy a decir no lo tengo muy claro, porque no te fui a ver, pero si mal no recuerdo fuiste a Aguascalientes al teatro Morelos con la compañía de don Joaquín Pardavé.

-Claro. La gente se colgaba de los palcos viendo a don Joaquín. Hicimos una gira por toda la república. Fue mi primera gira... Hacíamos: Los hijos de don Venancio, El baisano Jalil, etcétera. Todos sus éxitos de cine los adaptaba y los metía en el teatro. Además de las obras de los hermanos Quintero, hacíamos de todo.

-¿Y cómo era don Joaquín?

-¡Ah!, era encantador. El ser humano más lindo que te puedas imaginar, cariñoso, amable, trabajador, sencillo...

-¿Y tenía el mismo sentido del humor que reflejaba en el cine?

-Era muy serio, pero sí era muy simpático. Vivía con Cholita, su esposa. No tenía hijos; vivía con dos sobrinos, una sobrina y un sobrino, parece que los adoptó, no sé. La sobrina iba como dama joven de la compañía...

-Trabajaste también con Cantinflas, ¿en cuál?

-En El portero, con la que estrenaron el cine Roble. Hacía de paralítica. El director era Miguel M. Delgado. Hice unas películas horrendas con Miguel M. Delgado.

-¿Tú eras la dama joven?

-Sí, era la estrellita. También trabajó Fernando Casanova. Ya ves que él lanza siempre a alguna nueva estrella y en esa ocasión me lanzó a mí. Pero estaba muy chiquita, no me había casado todavía. Tenía 15 ó 16 años cuando la hice…

Silvia, Arturo, Pedro y Jorge

-Otra cosa, ¿nunca has pensado en escribir?

-Sí...

-¿Tus memorias?

-Quiero escribirlas para que no me falsee nadie nada (risas).

-Bueno, cuando quieras, alquilas a un ghost (escritor fantasma) y ya está. De todos tus compañeros que acabas de mencionar, ¿quién ha sido la persona de quien guardas mejores recuerdos?

-Muchos. Arturo de Córdova, por ejemplo, me apoyó muchísimo en El extraño en la escalera. Él se dio cuenta de lo que estaba pasando conmigo en la película, yo no. Me dijo casi al final de la filmación: “No te has dado cuenta, pero esta va a ser la película que te lanzará al estrellato”. El me veía enfrente y yo no. Yo no veía los rostros ni nada. Y Pedro Infante también era encantador conmigo, pero cuando trabajé con él, yo ya era una estrella... Trabajé varias veces con Pedro, pero no tenía casi contacto con él.

-¿Y cómo era él?

-Pedro era exactamente como en sus películas. Tenía callos en las manos de tanto hacer pesas y de agarrar el cepillo de carpintería. No quería salir de sus raíces. Se sentía muy fuera de onda cuando salía de su ambiente. Nunca trató de mejorar su cultura. Nunca quiso viajar al extranjero; a Estados Unidos sí, porque trabajaba ahí, pero ir a Europa o ir a otro continente, a conocer, a aprender otro idioma, no, nunca quiso. No le preocupó eso, al contrario, siempre se agarró de sus raíces.

-¿Y a Jorge Negrete lo conociste?

-Poco, muy poco. Y tuve una experiencia muy desagradable. Cuando iba a nacer Silvita, yo no tenía dinero para pagar el sanatorio y entonces fui a verlo, porque era nuestro líder. Estaba comiendo con Gloria Marín en los Estudios Churubusco y fui a pedirle, por favor, si me podía regresar lo que anualmente devuelven cuando no cotizas lo suficiente. Te regresan un dinero si tú pagas impuestos, si es tanto y no ganaste eso en un año, entonces te devuelven esa cantidad. Pero se molestó muchísimo de que yo lo interrumpiera en su hora de comer. Tenía razón, pero yo también porque ya me iba al sanatorio y tuve que hacerlo. Me resultó triste conocerlo en esa forma. Son circunstancias a las que te enfrenta la vida y no las puedes evitar (…)

En ese momento llega el gobernador Tulio Hernández.

-Bueno, pues aquí está un triunfador junto contigo...

-Un triunfador (risas) muy perfumado. ¿Te fuiste a bañar?

-Me fui a dar una vuelta en bicicleta…

(*) Este volumen, publicado por la Universidad Autónoma de Aguascalientes con prólogo de Beatriz Pagés Rebollar, reúne entrevistas del autor acuicalitense de 1963 a 2003, entre ellas con Francesa Bertini, Greta Garbo, Mónica Viti, Marcello Mastroianni, Margot Fonteyn, Maurice Béjart, Amalia Hernández, Joaquín Cortés, María Félix, Enrique Álvarez Félix, Ernesto Alonso, Dolores del Río, Sara Montiel, Libertad Lamarque, María Alejandra, Rosura Revueltas, Liza Minnelli, Elizabeth Taylor, Plácido Domingo Sr., Pepita Embil, Plácido Domingo, Raphael y Natalia, Christian Bach, Nuria Espert, Juan Ibáñez, Gabreoil Figieroa, Ricardo Rocha, Manola Saavedra.. La selección de los fragmentos fue realizada por Roberto Ponce.

Con información de proceso.com.mx

Por: Redacción2
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