Uno de los grandes mitos que giran en torno a la implementación de la semana laboral de las 40 horas, es que garantizar más derechos para los trabajadores, significa poner en riesgo la productividad de las empresas. Uno de los principales objetivos de la propuesta es tener trabajadores más sanos y más productivos.
Desde el momento en que se dio a conocer la reducción paulatina de la jornada en México, se ha gestado un intenso debate de los beneficios y posibles riesgos que podría traer consigo.
El debate se ha entablado tanto por canales institucionales, como son los foros por las 40 horas realizados por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS); como por vías no institucionales, sean redes sociales, medios de comunicación convencionales, entre otros.
Es interesante escuchar las diferentes opiniones y puntos de vista que se han vertido en torno al tema, pero llama mi atención escuchar y leer algunas posturas que alertan sobre una inminente pérdida de la competitividad y productividad de nuestras empresas.
Entre los principales argumentos que sostienen esta postura se encuentran que México no está listo para un cambio de esta magnitud, que los países donde han sido aprobadas iniciativas en esta materia son naciones desarrolladas o que reducir la semana laboral incrementará la formalidad o el subempleo.
Para quienes dicen que México aún no está listo para legislar sobre este tema, recordemos que tenemos un atraso de 90 años desde que firmamos el convenio sobre las 40 horas de la OIT en 1935, y tenemos más de un siglo, desde la promulgación de la Constitución de 1917, sin tocar la jornada laboral.
Como mencioné en una columna anterior, Colombia, Chile, Cuba y Ecuador tienen jornadas más cortas que la nuestra, a pesar de ser economías más pequeñas y menos dinámicas.
Ahora bien, la relación de la informalidad con la reducción de la semana laboral es otro mito. En México ya existen empresas que han adoptado voluntariamente la semana laboral de 40 horas, sin sacrificar los empleos que generan, ni su productividad. Dos ejemplos claros son Walmex y BBB Foods Inc.
Sería igual de interesante identificar a otras empresas con alcance local que están poniendo en marcha esta reconfiguración de la semana laboral, siendo Querétaro uno de los Estados en donde se han ubicado empresas que ya cumplen con esta medida.
Lo que nos conduce a pensar que, si bien la semana laboral de 40 horas representa un gran cambio que se debe acompañar de una estrategia integral que considere gradualidad, flexibilidad, capacitación, diferencias entre sectores y regiones, también es una propuesta viable en términos económicos y sobre todo necesaria en materia de justicia social y laboral.
Ahora que expusimos algunos mitos, ¿Cuáles son las realidades de esta propuesta? Estas son algunas de las más importantes:
Por todo ello, el debate sobre la semana laboral de 40 horas no debe centrarse en elegir entre bienestar o productividad, cuando ya se ha demostrado que es posible tener ambos. Lo que nos corresponde a quienes representamos la voz de otros, es llevar el diálogo de forma seria y responsable a los espacios públicos, para combatir la desinformación y sensibilizar a empleadores, trabajadores y sociedad en general, sobre la importancia de su implementación coordinada.
No debemos temer a los grandes cambios, cuando estos se acompañen de diálogo, acuerdos mutuos, mecanismos responsables, y sobre todo, cuando persiguen un beneficio claro para la población.
La grandeza de México descansa en su fuerza laboral.
*Maiella Gómez Maldonado es diputada federal del grupo parlamentario de Morena y presidenta de la Comisión de Trabajo y Previsión Social de la Cámara de Diputados.
Con información de Político.mx