ISRAEL (France24).-Desde el 7 de octubre de 2023, la Franja se ha convertido en la tumba de 247 periodistas que, según la Oficina de Derechos Humanos de la ONU (OHCHR), han sido asesinados hasta agosto de 2025.
La dificultad para documentar la situación en el terreno hace que las cifras, casi siempre precedidas de un "al menos", cambien según la entidad del recuento, aunque todas se mantienen dentro de la horquilla de 195, según la cifra más conservadora -del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ)-, a 278 víctimas fatales, como asegura Al Jazeera, la cadena que más comunicadores ha perdido.
Rami Abou Jamous, periodista independiente en Gaza, ha relatado a France 24 en Español: "Desafortunadamente, los periodistas estamos en el punto de mira, todos estamos condenados a muerte, pero no sabemos cuando ni cómo será la ejecución".
Elena García Viscasillas, portavoz de Reporteros Sin Fronteras (RSF), explica que "nunca se había visto en la historia tal volumen de periodistas asesinados en zona de conflicto y, por cierto, en un territorio que es muy pequeño".
El director de RSF para América Latina, Artur Romeu, añade que "desde el inicio de la guerra" Israel "ha mantenido una postura violadora en el contexto de ataques a la prensa".
Mientras los reporteros documentan sus propias muertes a través del visor de la cámara, las sedes de medios de comunicación locales -como Al-Khamsa- e internacionales han sido blanco militar, a pesar de que, en casos como la delegación de AFP en Gaza, habían proporcionado las coordenadas al ejército israelí.
La Casa de la Prensa de Gaza, que protegía a los comunicadores incluso con chalecos antibalas, fue destruida completamente en febrero de 2025, tres meses después de que las tropas de Netanyahu mataran al director de la entidad, Bilal Jadallah, bombardeando directamente su vehículo.
Los ataques contra periodistas han trascendido las fronteras palestinas con bombardeos contra comunicadores en el Líbano. Incluso "los periodistas independientes israelíes también están siendo sancionados por el gobierno de su propio país", puntualizó García.
Al Jazeera definió los ataques como asesinatos "dirigidos" y "sistemáticos", lanzados por Israel para "silenciar las voces que exponen la inminente toma y ocupación de Gaza".
La segunda semana de agosto de 2025, Israel bombardeó la tienda de periodistas de Al Jazeera cerca del Hospital Al-Shifa en Gaza, donde murieron seis comunicadores, incluido Anas al-Sharif, de 28 años, considerado "la voz de Gaza".
Semanas antes de su muerte, el portavoz en árabe del ejército israelí, Avichai Adraee, aseguró que al-Sharif era combatiente de las Brigadas Ezzeldin Al-Qassam, el brazo armado de Hamás.
El periodista negó reiteradamente las acusaciones. "Soy periodista. No tengo afiliaciones políticas. Mi única misión es reportar la verdad como es, sin sesgo", afirmó el reportero en vídeo difundido las semanas previas a su muerte.
Irene Khan, relatora especial de la ONU sobre libertad de expresión, denunció un mes antes del asesinato de al-Sharif las "repetidas amenazas y acusaciones infundadas del Ejército israelí", calificándolas como "una táctica vergonzosa y bien conocida para silenciar la verdad sobre los crímenes atroces cometidos en Gaza".
Pero después del bombardeo, Israel reafirmó su versión a través de un comunicado del Ministerio de Exteriores en el que informaba de la muerte del "terrorista Anas al-Sharif, que se hacía pasar por un periodista de la cadena catarí Al Jazeera".
"Es indignante que el Ejército israelí se atreva primero a lanzar una campaña para manchar la reputación de Anas al-Sharif como miembro de Hamas para desacreditar sus reportajes y luego matarlo a él y a sus colegas por decir la verdad al mundo", concluyó una comisión de expertos de la ONU que investigó lo sucedido.
Dos semanas después del bombardeo al hospital de Al-Shifa, los tanques de Tel Aviv impactaron el Hospital Nasser, en la ciudad de Khan Younis, donde murieron 22 personas, entre ellas cinco periodistas.
Israel reivindicó la muerte de un "camarógrafo de Hamás" durante el ataque, pero investigaciones posteriores de Reuters develaron la verdadera identidad de la víctima: Hussam al-Masri, trabajador de la agencia británica.
Tel Aviv afirmó que sus soldados tomaron por sospechosa la cámara de al-Masri, porque estaba cubierta por una tela, tal como revelan unas imágenes de dron difundidas por el Ejército israelí.
Sin embargo, el informe de Reuters detalla que el periodista, que había emitido en directo desde el mismo punto donde fue acribillado "al menos 35 veces desde mayo", seguía el patrón de cubrir su cámara con la alfombra que usaba para rezar con el fin "protegerla del calor y el polvo".
Otros periodistas como Moamen Abu Alouf (independiente) y Hossam Shabat (Al Jazeera) también han sido acusados de terrorismo por Israel "sin que se haya aportado ninguna prueba creíble", señala RSF.
La vinculación establecida por Israel entre los periodistas asesinados y Hamas "es una estrategia que utiliza [Israel] en repetidas ocasiones para justificar la muerte de periodistas" que "no contrasta con ninguna otra fuente de información", puntualiza Elena García.
Tras la publicación de la investigación de Reuters sobre lo sucedido en Khan Younis, el Ejército israelí renovó su versión al decir que las tropas actuaron sin la aprobación del alto mando regional. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, calificó el ataque al hospital como un "trágico accidente".
Reporteros Sin Fronteras (RSF) presentó el 1 de octubre de 2025 su quinta denuncia contra Israel ante la Corte Penal Internacional (CPI), desde octubre de 2023, en la que aporta nuevas pruebas de lo que denomina "crímenes de guerra" cometidos contra periodistas palestinos en Gaza.
“Hemos documentado las circunstancias en que se produjeron los ataques contra al menos 30 periodistas, en los cuales 25 fueron asesinados y cinco resultaron heridos, entre mayo de 2024 y agosto de 2025", explicó la entidad en un comunicado en el que señalaba que "algunos de estos ataques israelíes tuvieron como objetivo los domicilios de los periodistas, añadiendo a sus familiares a la lista de víctimas".
Los ataques a periodistas en el marco de la incursión militar en Gaza han traspasado las fronteras de Palestina, como ejemplifica el asesinato en Líbano de Issam Abdallah, veterano reportero de la agencia Reuters, por un bombardeo que hirió a seis comunicadores más. La fotoperiodista de la Agencia France-Presse (AFP), Christina Assi, sufrió una amputación de la pierna derecha a causa de las lesiones.
El fuego contra los periodistas en Líbano fue definido como un "ataque deliberado por parte de Israel", en palabras de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas, en línea con otras investigaciones ejecutadas por el CPJ, AFP, Amnistía Internacional, Human Rights Watch y Reuters.
Pero Tel Aviv ha negado reiteradamente la planeación sistemática de ejecución a periodistas. Lo más cerca que ha estado Netanyahu de cuestionar la actuación de su ejército, fue tras el bombardeo en el hospital de Khan Younis, al que el primer ministro israelí se refirió como un "trágico accidente".
Un comunicado de Hamás, con fecha del 26 de septiembre, define los asesinatos contra comunicadores como "una violación de todas las leyes, normas y convenciones internacionales; un crimen ante el mundo entero".
En el argot de la guerra, se menciona cada vez la estrategia de 'doble toque', para aludir a un ataque en dos tiempos sobre un mismo lugar: primero se bombardea un objetivo y minutos después se lanza un segundo golpe cuando llega el personal médico, periodistas o civiles al punto de la detonación.
Bajo esta táctica, murieron los periodistas en los hospitales de Gaza y de Khan Younis. La primera fase del ataque contra el Hospital Nasser fue lanzado el lunes, 25 de agosto, a las 10:08 hora local, momento en el que dejó de grabar la cámara del videógrafo de Reuters, Hussam Al-Masri.
Pero la mayor parte de las víctimas murieron nueve minutos después, en una segunda serie de bombas en el mismo punto al que ya habían acudido sanitarios y periodistas.
"La segunda ofensiva contra el Hospital Nasser fue un ataque premeditado contra médicos y periodistas que llegaron al lugar tras el primer ataque. Esto no es una guerra, son atrocidades cometidas contra toda una población civil", denunció el enviado palestino a la ONU, Riyad Mansour.
Dirigir ataques intencionales contra civiles, personal sanitario o bienes protegidos, constituye un crimen de guerra, según el artículo 8 del estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
El convenio de Ginebra, del que Israel es firmante, contiene múltiples artículos que obliga a las partes en conflicto a “distinguir en todo momento entre población civil y combatientes”.
No obstante, la dificultad para demostrar ante un tribunal internacional la intencionalidad de Israel para atacar a periodistas, reduce las posibilidades de que se depuren las responsabilidades.
A medida que avanza la guerra, menos cámaras quedan en Gaza para documentar el asedio de Israel sobre el enclave palestino.
Sea premeditado o no, el desenlace de esta situación lo ha anticipado Reporteros Sin Fronteras e una campaña respaldada por 250 medios de comunicación para lanzar un mensaje claro: “Si el Ejército israelí sigue asesinando periodistas a este ritmo, pronto no quedará ninguno para informarte”.
Con información de: Proceso.