León XIV cimenta y oficializa en su primera exhortación apostólica la opción preferencial por los pobres como un pilar fundamental de la Iglesia y no como un anexo, a la vez que legitima sobre el papel el pontificado del papa Francisco: “No se puede amar a Dios sin extender el propio amor a los pobres”. “Para nosotros cristianos, la cuestión de los pobres conduce a lo esencial de nuestra fe”. “La realidad es que los pobres para los cristianos no son una categoría sociológica, sino la misma carne de Cristo”, añade.
Son solo algunas de las ideas que comparte en el primer documento magisterial de su pontificado, bajo el nombre de ‘Dilexi te’ (‘Yo te he amado’), que se ha hecho pública hoy y que firmó el pasado 4 de octubre en la fiesta de Francisco de Asís, el santo de los pobres por excelencia.
El primer Papa norteamericano de la historia desvela nada más arrancar el texto que ha recibido como “herencia este proyecto” de Francisco, que “estaba preparando, en los últimos meses de su vida, una exhortación apostólica sobre el cuidado de la Iglesia por los pobres y con los pobres”. De hecho, confirma que el título también pertenece a Jorge Mario Bergoglio y, a la vez, hace suyo “el deseo de mi amado predecesor de que todos los cristianos puedan percibir la fuerte conexión que existe entre el amor de Cristo y su llamada a acercarnos a los pobres”.
De esta manera, a diferencia de ‘Evangelii gaudium’, que fue la primera exhortación apostólica del Pontífice argentino a modo de hoja de ruta programática, ‘Dilexi te’ vendría a asemejarse más en su origen y composición a ‘Lumen Fidei’, la encíclica con la que se estrenó Francisco, que, como él mismo reconoció, era un texto a cuatro manos con Benedicto XVI, que la dejó inacabada con su renuncia.
León XIV denuncia en la exhortación la existencia de “una pastoral de las llamadas élites, argumentando que, en vez de perder el tiempo con los pobres, piensan que es mejor ocuparse de los ricos, de los poderosos y de los profesionales, para que, por medio de ellos, se puedan alcanzar soluciones más eficaces”.
León XIV, durante una audiencia general en la Plaza de San Pedro
“Hay quienes siguen diciendo: ‘Nuestra tarea es rezar y enseñar la verdadera doctrina’”, llega a escribir el Papa agustino en un duro juicio sobre aquellos que desvinculan lo religioso de la promoción integral y que consideran que “solo el gobierno debería encargarse de ellos, o que sería mejor dejarlos en la miseria, para que aprendan a trabajar”. “A veces, sin embargo, se asumen criterios pseudocientíficos para decir que la libertad de mercado traerá espontáneamente la solución al problema de la pobreza”, apunta el Papa.
En su reflexión, el Papa carga contra una falsa meritocracia y trata de tumbar el estereotipo de que el pobre lo es “por elección”, un cliché que tacha de “ceguera y crueldad”. “Los pobres no están por casualidad o por un ciego y amargo destino”, remarca, al tiempo que denuncia que las mujeres no tengan los mismos derechos que los hombres.
Es más, Robert Prevost denuncia que “los cristianos, en muchas ocasiones, se dejan contagiar por actitudes marcadas por ideologías mundanas o por posicionamientos políticos y económicos que llevan a injustas generalizaciones y a conclusiones engañosas”. Así, critica que “el ejercicio de la caridad resulte despreciado o ridiculizado, como si se tratase de la fijación de algunos y no del núcleo incandescente de la misión eclesial”.
Incluso muestra su pesar por el hecho de que “a veces se percibe en algunos movimientos o grupos cristianos la carencia o incluso la ausencia del compromiso por el bien común de la sociedad y, en particular, por la defensa y la promoción de los más débiles y desfavorecidos”. “A este respecto, es necesario recordar que la religión, especialmente la cristiana, no puede limitarse al ámbito privado, como si los fieles no tuvieran que preocuparse también de los problemas relativos a la sociedad civil y de los acontecimientos que afectan a los ciudadanos”, comenta más tarde.
Frente a esta concepción, León XIV ratifica que “el cristiano no puede considerar a los pobres solo como un problema social”. “Son una ‘cuestión familiar’, son ‘de los nuestros,”, sentencia justo después, declarando que “nuestra relación con ellos no se puede reducir a una actividad o a una oficina de la Iglesia”.
El Papa agustino redobla la denuncia que Francisco hizo en sus doce años en la Sede de Pedro, otorgando a los pobres carta de plena ciudadanía en la Iglesia, como “sujetos capaces de crear su propia cultura, más que como objetos de beneficencia”. “Los pobres son quienes nos evangelizan”, añade haciendo suyo los conceptos “economía que mata” y “cultura del descarte”.
“No estamos hablando solo de la asistencia y del necesario compromiso por la justicia”, redacta el Papa, que considera que “los creyentes deben darse cuenta de otra forma de incoherencia respecto a los pobres”: la falta de atención espiritual que precisa de “una atención religiosa privilegiada y prioritaria”. Y es que, el propio León XIV admite que es “puesta en discusión por ciertos prejuicios, también por parte de cristianos, porque nos sentimos más a gusto sin los pobres”.
“Estoy convencido de que la opción preferencial por los pobres genera una renovación extraordinaria tanto en la Iglesia como en la sociedad, cuando somos capaces de liberarnos de la autorreferencialidad y conseguimos escuchar su grito”, expone en otro momento, llegando a apoyarse en san Juan Pablo II.
León XIV, durante una audiencia general en la plaza de San Pedro
Para León XIV, “el compromiso en favor de los pobres y con el fin de remover las causas sociales y estructurales de la pobreza, aun siendo importante en los últimos decenios, sigue siendo insuficiente”. “No debemos bajar la guardia respecto a la pobreza”, enfatiza en otro momento.
En esta misma línea, sentencia que “debemos comprometernos cada vez más para resolver las causas estructurales de la pobreza”. “O reconquistamos nuestra dignidad moral y espiritual, o caemos como en un pozo de suciedad”, alerta.
Al hilo de esta cuestión, califica de “encomiable” que las Naciones Unidas” haya puesto la erradicación de la pobreza como uno de los objetivos del Milenio”. No se trata de un detalle menor, teniendo en cuenta el desprecio manifiesto de los movimientos ultraconservadores católicos a la agenda de la ONU, que les llevó a cuestionar de forma reiterada a Francisco.
En la exhortación apostólica, amén de hacer un llamamiento para luchar para frenar la pobreza, también busca recobrar “la buena fama” de la limosna, un gesto que considera que hoy “no solo no se practica, sino que además se desprecia”. “No podemos correr el riesgo de dejar a una persona abandonada a su suerte, sin lo indispensable para vivir dignamente. Y, por tanto, la limosna sigue siendo un momento necesario de contacto, de encuentro y de identificación con la situación de los demás”, argumenta en su texto magisterial.
El Papa reconoce que “no será la solución a la pobreza mundial, que hay que buscar con inteligencia, tenacidad y compromiso social, pero necesitamos practicar la limosna para tocar la carne sufriente de los pobres”.
Lo cierto es que León XIV dedica gran parte de los 121 puntos que componen su primer texto como Papa a fundamentar la apuesta por los pobres desde las Sagradas Escrituras, deteniéndose especialmente en la figura de Jesús de Nazaret y cómo Dios es el primer en optar por los pobres. “No estamos en el horizonte de la beneficencia, sino de la Revelación”, sentencia el Papa. Para el Pontífice, “en la primera comunidad cristiana el programa de caridad no derivaba de análisis o de proyectos, sino directamente del ejemplo de Jesús, de las mismas palabras del Evangelio”.
León XIV, durante una audiencia general en la plaza de San Pedro
A la par, se adentra en la historia de la Iglesia, deteniéndose en la entrega multidisciplinar que ha realizado en favor de los últimos en distintos campos como la educación, la sanidad, las cárceles, las migraciones, los movimientos populares, la vida monástica… Se suceden en la exhortación las referencias a santos que han abierto camino en todas estas áreas, desde san José de Calasanz hasta la madre Teresa de Calcuta pasando por santa Francisca Javiera Cabrini o san Juan de Dios. Y, por supuesto, san Agustín. “Para Agustín, el pobre no es solo alguien a quien se ayuda, sino la presencia sacramental del Señor”, escribe el Papa.
Este repaso le lleva a adentrarse en cómo todo esto se recoge en la Doctrina Social de la Iglesia para llegar al presente, deteniéndose especialmente en el aporte teológico realizado por el Episcopado latinoamericano y la opción preferencial por los pobres que ratifica en la Conferencia de Aparecida que encumbró a Jorge Mario Bergoglio como líder eclesial continental. Es más, León XIV se refiere a la Teología de la liberación abrazando sus postulados.
Con información de vidanuevadigital.com