-Recién investido, el papa León XIV se enfrenta a una cuestión delicada y potencialmente explosiva: ¿cómo abordar el problema de las restricciones impuestas por su predecesor a la celebración de la misa tradicional dentro de las diócesis?
Mientras León XIV ha hecho de la paz una de las prioridades de su pontificado, la manera en que deberá abordar lo que podría denominarse, de forma sucinta, el "asunto tradicionalista" podría marcar de forma duradera su pontificado.
En 2007, a raíz de las peticiones formuladas por Mons. Bernard Fellay, entonces superior general de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, el papa Benedicto XVI, en su motu proprio Summorum Pontificum, amplió notablemente el uso del rito tridentino en la Iglesia universal.
En 2021, en un giro de 180 grados característico de su estilo, el papa Francisco liquidó pura y simplemente la obra de su predecesor con el motu proprio Traditionis Custodes, restringiendo drásticamente el acceso a la misa tridentina: una medida que afectó especialmente a las comunidades Ecclesia Dei, provocando incomprensión e incluso hostilidad hacia el Papa.
Pero León XIV, primer papa estadounidense, parece haber sido elegido para intentar sanar las fracturas dentro de la Iglesia. No hace falta ser un gran conocedor de los entresijos del Vaticano para adivinar que la cuestión de la misa tridentina será una prueba para él. Como señala el periódico The Catholic Register, el Santo Padre tiene varias opciones para abordar esta delicada cuestión.
Un primer enfoque consistiría en mantener las restricciones introducidas por Traditionis Custodes, aplicándolas con mayor flexibilidad, para mostrar una cierta continuidad con el pontificado anterior y, al mismo tiempo, reducir la tensión. En este contexto, el sumo pontífice podría delegar más autoridad a los obispos, al tiempo que pone de relieve los méritos de esta liturgia. Esto representaría un gesto de conciliación, evitando una oposición frontal con el equipo anterior.
Otra opción sería emitir un nuevo documento pontificio que modificara Traditionis Custodes. Este texto podría reafirmar el derecho de los fieles a acceder a la misa tridentina, al tiempo que regularía su celebración. Sería una forma de decir, en cierto modo: "Summorum Pontificum quizá tenía defectos, pero en definitiva es el enfoque más realista dado el contexto actual".
Según el ensayista Stuart Chessman, otra actitud consistiría en que Roma dejara progresivamente de polarizar el tratamiento de la cuestión de la misa de siempre, bajo el argumento de que "la guerra de aniquilación lanzada contra el tradicionalismo ya no puede mantenerse a largo plazo", dado el estado de la Iglesia.
El nuevo papa también podría optar por gestos simbólicos. Por ejemplo, celebrar él mismo una misa tradicional o participar en una celebración de este tipo. Tales actos, sin modificar directamente la legislación, podrían dar testimonio del compromiso del papa de escuchar a todos los componentes de una Iglesia que parece fragmentada.
¿Serían posibles gestos de otro orden, que superaran el marco restringido de las comunidades Ecclesia Dei y los motu proprio sobre la liturgia? No hay que descartar nada en este ámbito, sobre todo si la ambición del nuevo pontífice romano es superar las polarizaciones y alcanzar la paz litúrgica, tanto como doctrinal, ya que ambas están relacionadas.
Pero incluso si tales gestos tuvieran lugar, hay que recordar que el nuevo papa, nacido en 1955 y ordenado en 1982, conoció poco la misa tradicional y probablemente nunca la haya celebrado: ¿querrá realmente apoyarla? Una cosa es segura en este tema: los próximos meses, y años, seguirán dando mucho de que hablar en el mundo de la Tradición.
Tomado de https://fsspx.news/
Fuentes: Society of Saint Hugh of Cluny/The Catholic Register – FSSPX.Actualités
Imagen: Edgar Beltrán, The Pillar, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons