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San Juan Parrandero, un santo que fuma, toma y nos recuerda a Tláloc

A ti ciudadano:

La fiesta de San Juan Parrandero, tradicional de Jiutepec, Morelos, es una de las tantas manifestaciones de mestizaje cultural de México que reúnen elementos católicos y prehispánicos.

Se celebra entre los días 23 y 24 de junio de cada año, cuando en el calendario católico se celebra a San Juan Bautista. Sin embargo, los elementos que su versión popular posee distande la versión canónica.

San Juan Parrandero luce ataviado con su indumentaria de campesino. Además, porta un cigarro, botellas de aguardiente y tamales. Aunque recibe –no siempre de buena gana– la bendición de los sacerdotes del pueblo de Jiutepec, no permanece en la iglesia, pues su hogar es el hogar del mayordomo en turno, cuyo único requisito para resguardar al santo es llamarse Juan también.

Al tratarse de una representación del primo de Cristo, se le permite entrar a la iglesia durante la misa, pero es despojado de su cigarro y aguardiente. Una vez terminada la parte religiosa, el mayordomo ofrece a los invitados comida y bebida, para luego partir a los balnearios de la zona. También es común que durante el trayecto se arroje agua a los presentes, pues se trata del verano y una de las épocas más calurosas en Morelos.

La tradición que vincula a San Juan Bautista con el agua no es exclusiva de Jiutepec, pues se trata de un símbolo cristiano por excelencia. Sin embargo, sí posee una narrativa vinculada a los ciclos agrícolas, por lo que la fiesta de San Juan Parrandero también es una petición de lluvias a través de la fiesta y la comunidad, del mismo modo en que los pueblos originarios de la región aún solicitan el favor de Tláloc para tener lluvias benéficas a través de los graniceros.

Y este, quizás, es el principal elemento sincretizador, debido a la coincidencia con la sexta veintena «etzalcualiztli» celebrada por los nahuas prehispánicos en junio y que estaba dedicada a Tláloc, con el objetivo de solicitar la abundancia de la lluvia. Así, San Juan toma un nuevo rol como benefactor de agua y, al mismo tiempo, como intercesor ante Dios por ellas.

Tras la parte acuática, los devotos de San Juan Parrandero, el santo que tiene una relación de camaradería y horizontalidad con sus seguidores, se dirigen al panteón para saludar a los finados. Durante el trayecto se fuman cigarros que son compartidos con el santo, elemento indígena de conexión con el mundo espiritual. Posteriormente, ya al atardecer, se regresa a la casa del mayordomo para continuar el festejo con más tamales, símbolo de la milpa, y aguardiente, símbolo de la fiesta y la comunidad.

Además, se ofrendan fuego pirotécnicos, se visitan las casas de los hombres y mujeres llamados Juan o Juana, respectivamente, y las autoridades municipales mojan a los asistentes con ayuda de tanquetas.

La fiesta no termina ahí, al día siguiente una nueva procesión saca a bailar a San Juan Parrandero, quien esta vez es cargado individualmente por los asistentes para que saque sus mejores pasos. Continúa su peregrinar por las casas en donde vive un Juan, recibiendo comida y bebida para sus invitados.

Y así es como en Jiutepec, San Juan Parrandero vive todo el año en la casa de un mayordomo llamado Juan. Durante su fiesta, Tláloc se deja entrever subliminalmente.

Víctor Hugo Estala Banda

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SuKarne intensifica campaña de imagen ante la crítica

En redes sociales la empresa engordadora SuKarne, ha intensificado su campaña de imagen luego de la crítica que han hecho principalmente productores pecuarios, por la importación de ganado procedente de Nicaragua, mientras la frontera norteamericana está cerrada a la exportación de becerros en pie de cinco estados del Norte de México, por la presencia de gusano barrenador en nuestro país.

Ahora, en el nuevo gráfico que subió a su red social de Facebook, la empresa con origen en Sinaloa, señala que sus importaciones desde Centroamérica y Estados Unidos representan solo el 1.5% al cierre del primer semestre 2025; para luego afirmar que, “nuestros ganaderos van primero”.

La empresa importó hace unos días, un primer lote de ganado de Nicaragua, compuesto por 4 mil 600 cabezas, para transportarlas vía barco hasta Mazatlán, Sinaloa, y llevarlas a sus instalaciones en Tlahualilo, Durango, lo que desató la ira de los productores de esa entidad, por el riesgo sanitario que representa el traerlos desde un país que tiene una gran cantidad de casos de gusano barrenador y poner en riesgo su estatus para exportar becerros a Estados Unidos. Una segunda importación, de un embarque de 5 mil 400 animales, ante las presiones de los ganaderos, tuvo que ser enviado a un sitio del que no se dieron detalles.

No obstante, las reacciones en esa red social, le señalan que ese pequeño porcentaje podría derivar en prolongar el cierre de la frontera norteamericana y aumentar el riesgo de infestación de gusano barrenador y por ende, el estatus sanitario de las entidades exportadoras y la economía de los productores; así como también, que con esa cantidad se pone en riesgo la exportación de un millón de animales en pie.

Además, hay productores que les piden no importar ese ganado, hasta que se controle la plaga y hasta quien propone un veto a los productos esta compañía, así como también, se dan señalamientos de que la empresa ha sido favorecida por las autoridades.

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