Estados Unidos y Ruanda acordaron que el país africano acepte a cientos de migrantes deportados, informó a Reuters el portavoz del Gobierno ruandés y un funcionario, en un momento en que el Gobierno del presidente Donald Trump adopta un enfoque de línea dura hacia la inmigración.
El acuerdo, según el cual Ruanda aceptaría hasta 250 migrantes, fue firmado por funcionarios estadounidenses y ruandeses en Kigali en junio, dijo el funcionario de la nación africana, hablando bajo condición de anonimato, y agregó que Washington ya había enviado una lista inicial de 10 personas para ser investigadas.
"Ruanda ha acordado con Estados Unidos aceptar hasta 250 migrantes", dijo la portavoz del gobierno ruandés, Yolande Makolo. "Según el acuerdo, Ruanda puede aprobar el reasentamiento de cada persona propuesta. A los aprobados se les dará formación laboral, asistencia sanitaria y ayuda para el alojamiento para que puedan iniciar sus vidas en Ruanda".
La Casa Blanca y el Departamento de Estado no hicieron comentarios inmediatos. El Departamento de Seguridad Nacional remitió las preguntas al Departamento de Estado.
Trump tiene como objetivo deportar a millones de inmigrantes en Estados Unidos ilegalmente y su administración ha tratado de aumentar las expulsiones a terceros países, incluido el envío de criminales convictos a Sudán del Sur y Eswatini, antes conocida como Suazilandia.
En los últimos años, Ruanda se ha posicionado como país de destino de los inmigrantes que los países occidentales desearían expulsar, a pesar de la preocupación de los grupos de defensa de los derechos de que Kigali no respeta algunos de los derechos humanos más fundamentales.
En mayo, el ministro de Asuntos Exteriores dijo que Ruanda estaba en las primeras etapas de las conversaciones para recibir inmigrantes deportados de Estados Unidos.
La administración Trump argumenta que las deportaciones de terceros países ayudan a expulsar rápidamente a algunos inmigrantes, incluidos aquellos con condenas penales.
Los partidarios de la línea dura de la inmigración ven las expulsiones a terceros países como una forma de tratar a los delincuentes que no pueden ser deportados fácilmente y que podrían suponer una amenaza para el público.
Los opositores han criticado las deportaciones como peligrosas y crueles, ya que las personas podrían ser enviadas a países donde podrían enfrentar violencia, no tienen vínculos y no hablan el idioma.
Washington ha presionado a los países para que acojan a migrantes. Deportó en marzo a más de 200 venezolanos acusados de ser miembros de pandillas a El Salvador, donde fueron encarcelados hasta que fueron liberados en un intercambio de prisioneros el mes pasado.
En junio, la Corte Suprema permitió al Gobierno deportar a migrantes a terceros países sin darles la oportunidad de demostrar que podrían resultar perjudicados. Pero la legalidad de las expulsiones está siendo impugnada en una demanda federal en Boston, un caso que potencialmente podría volver al alto tribunal de tendencia conservadora.
Ruanda firmó un acuerdo con Gran Bretaña en 2022 para acoger a miles de solicitantes de asilo, acuerdo que fue anulado el año pasado por el entonces recién elegido primer ministro Keir Starmer. No se envió a nadie a Ruanda en virtud del plan debido a años de impugnaciones legales.
Con información de: Proceso.