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Elecciones en Bolivia: el inminente giro a la derecha

BOGOTÁ (Proceso).- Los bolivianos acudirán a las urnas este domingo para elegir presidente y renovar el Congreso bicameral en medio de una aguda crisis económica que ha intensificado el descontento social y que podría ser decisiva para poner fin a dos décadas de gobierno del izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS).

Según todos los sondeos, la contienda presidencial se decidirá entre el empresario Samuel Doria Medina, promotor de “un capitalismo con rostro humano”, y el político derechista Jorge Tuto Quiroga, aunque ninguno de los dos tendría los votos necesarios para ganar en la primera vuelta de este 17 de agosto y, por tanto, tendrían que presentarse a una segunda ronda el próximo 19 de octubre.

Los grandes ausentes de la jornada serán el presidente Luis Arce y el exmandatario Evo Morales, figuras emblemáticas del MAS, pero protagonistas desde hace años de una encarnizada lucha interna por el poder que acabó por implosionar al partido de izquierda más exitoso en la historia de Bolivia.

Evo Morales y el presidente Luis Arce. Enemigos. Foto: AP.

Arce optó por no presentarse a la reelección, mientras que Morales, quien buscaba postularse de nueva cuenta a la presidencia, fue inhabilitado por el Tribunal Constitucional del país mediante un fallo que valida la prohibición legal para cualquier funcionario de buscar una segunda reelección.

Mientras que Morales optó por promover el voto nulo, Arce está concentrado en concluir su mandato de la mejor manera posible.

El exministro de Gobierno de Arce, Eduardo del Castillo, es el candidato del debilitado MAS, un partido que, según los sondeos preelectorales, carece de posibilidades de dar la pela en los comicios de este domingo, ya que tiene entre 1.5% y 2% de las preferencias.

El candidato izquierdista mejor posicionado en los sondeos es Andrónico Rodríguez, expresidente del Senado y exmilitante del MAS, con entre 7.7% y 9.7% de apoyo, aunque los estudios de opinión en Bolivia suelen ser bastante imprecisos y usualmente no reflejan el llamado “voto oculto” de sectores renuentes a expresar sus preferencias.

Pero según analistas consultados por Proceso, los márgenes de diferencia son tan amplios que es imposible –al menos en esta primera vuelta electoral— dejar de considerar a Samuel Doria Medina y a Jorge Quiroga como los favoritos para pasar a la segunda vuelta de octubre próximo. Ambos candidatos aparecen en los sondeos con una preferencia que ronda el 20%.

Andrónico Rodríguez. Candidato de izquierda. Foto: Facebook.

Según la ley boliviana, para que un candidato sea proclamado ganador en la primera vuelta debe obtener el 50% más uno de votos válidos o el 40% con una diferencia de al menos 10 puntos sobre el segundo lugar. Si eso no ocurre, los dos aspirantes más votados disputarán la presidencia en una segunda ronda electoral.

Doria Medina, uno de los hombres más acaudalados de Bolivia y candidato presidencial por cuarta ocasión, y Quiroga, un derechista de orientación neoliberal que ya fue presidente del país entre 2001 y 2002, saben que su suerte en la segunda vuelta va a depender de las alianzas que logren construir a lo largo de los dos meses que durará la campaña.

En ese sentido, los candidatos presidenciales Rodrigo Paz Pereira, postulado por el Partido Demócrata Cristiano, y el exmilitar derechista Manfred Reyes Villa, que aparecen en el tercer y cuarto lugar de las preferencias, podrían desempeñar un papel decisivo en la segunda vuelta electoral por el juego de alianzas que se avecina.

Ambos suman en las encuestas alrededor del 15% de la intención de voto.

En los comicios de este domingo, los votantes también elegirán a los 130 integrantes de la Cámara de Diputados y a los 36 del Senado. El resultado de los comicios legislativos será crucial para la gobernabilidad de Bolivia durante el periodo 2025-2030. En las dos últimas décadas el MAS había logrado mayorías en el Congreso, pero ahora todo puede cambiar.


 

El margen para una sorpresa

La politóloga Gabriela Keseberg Dávalos dice que a pesar de que todo parece favorecer a Samuel Doria Medina y a Jorge Quiroga, las encuestas en Bolivia han sido históricamente imprecisas y tienen problemas para reflejar las preferencias electorales de los habitantes de las áreas rurales, que concentran a la tercera parte de la población del país.

Explica que en las elecciones presidenciales de 2020 las encuestas le daban una preferencia de entre 30% y 36% al candidato del MAS, Luis Arce, quien terminó ganando con un 55% en la primera vuelta.

De acuerdo con la analista política boliviana-alemana, en Bolivia siempre ha existido un “voto oculto”, que se compone de los indecisos, de quienes no revelan por quién votarán y de los que no son captados por las encuestadoras.

Señala que en todos los sondes se observa que casi un tercio de los electores que participarán en esta contienda votarían en blanco, anularían el sufragio o aún no deciden por quién votarán.

“Este factor puede ser importante y producir sorpresas”, señala.

Lo que sí parece inminente es que el MAS, el partido de Evo Morales, el primer presidente indígena en la historia de Bolivia, perderá el poder que había mantenido desde 2006.

Esto, por es muy poco probable que el candidato de esa colectividad que llegó a tener un fuerte arraigo entre los indígenas, campesinos, sectores populares y clases medias emergentes, tenga una oportunidad en las elecciones de este domingo con Eduardo del Castillo, un candidato que, según las encuestas, no tiene más del 2% de apoyo.

Es más probable que el exmilitante del MAS, Andrónico Rodríguez, un dirigente cocalero que fue cercano a Evo Morales y a Luis Arce pero que, en medio de las divisiones internas, se acabó postulando a la presidencia por una coalición independiente, la Alianza Popular.

"Las encuestas están hechas a la medida del candidato y de la billetera”, afirmó el miércoles pasado en su cierre de campaña y dijo que su aceptación a nivel nacional “está intacta”.

Doria Medina y Quiroga apuntan más a lo que harían para sacar a Bolivia de la grave crisis económica que agobia al país y que se expresa en la vida cotidiana de millones de ciudadanos que deben hacer largas filas para adquirir alimentos básicos, como el pan, el arroz y el aceite, y para abastecerse de combustible.

Doria Medina, un empresario sui generis que pertenece a la socialdemócrata Internacional Socialista y que cree en una economía de mercado abierta a la inversión extranjera, tiene como eje de campaña un plan de estabilización económica que aplicaría en los primeros 100 días de su eventual gobierno.

Quiroga apuesta por un clásico plan neoliberal de choque, de “motosierra, machete y tijera” al presupuesto público, según ha dicho, lo que lo asemeja, en ese punto, al presidente argentino Javier Milei, el mejor exponente de la política económica de la “motosierra”.

Tuto, como se le conoce en Bolivia, es un político muy cercano al beligerante grupo derechista iberoamericano IDEA, que comanda el expresidente español José María Aznar y del que forman exmandatarios como Felipe Calderón (México), autor de la guerra contra el narco que duplicó los homicidios en México, y Álvaro Uribe (Colombia), quien cumple una condena de 12 años de prisión, en una de sus fincas, por manipulación de testigos.

Con información de Proceso. 

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