CULIACÁN, Sin. (Proceso).- En las primeras horas de este martes 9, en la comunidad del Limón de los Ramos, ubicada en la salida norte de Culiacán, ocurre un enfrentamiento armado. También hay reportes de detonaciones de arma de fuego hacia el oriente de la ciudad. Así despierta Culiacán al cumplirse un año de que las facciones de los Mayos y los Chapitos desataran una de las más violentas confrontaciones al interior del Cártel de Sinaloa.
Aquel 9 de septiembre de 2024, un lunes, Rodolfo iba a comenzar su segunda semana de clases en una primaria pública al norte de la ciudad, como alumno de primer año de primaria, pero sus padres optaron por no llevarlo. Con diagnóstico de autismo en grado 2, su proceso de adaptación es diferente y quedó trunco esa semana.
Datos de la organización Mexicanos Primero Sinaloa refieren que se perdieron por lo menos 30 días de clases en ese ciclo escolar, que comenzó con suspensiones por balaceras o enfrentamientos y terminó en las mismas circunstancias.
Para el actual ciclo escolar, la matrícula en educación básica en Sinaloa tuvo una reducción de casi 11 mil alumnos. Las cifras oficiales de la Secretaría de Educación Pública y Cultura (SEPyC) advierten que la caída más grande ha sido en el nivel primaria: en el ciclo 2023-2024 se registraron 303 mil 191 alumnos y las preliminares para el actual ciclo son de 296 mil 069, mientras que en preescolar fue de 108 mil 442 hace un par de ciclos y la actual es de 104 mil 370.
Gloria Himelda Félix Niebla, titular de la SEPyC, argumenta que la reducción se debe al “bono demográfico”, un descenso en los nacimientos en el estado. Pero la realidad también advierte que muchas familias migraron. Hubo algunas que sacaron a sus hijos a mitad del ciclo anterior.
Es el caso de Ana, quien migró con sus hijas de 10 y 16 años a Tijuana desde octubre último. En el caso de su hija mayor, explica, terminó el primero de prepa a distancia, y la menor perdió el año.
Hace remembranza al caso de los hermanos asesinados. Su reflexión es que sus hijas siguen con vida. Y es que entre las más grandes afectaciones de este largo episodio se encuentra la provocada a las infancias y adolescencias del estado, con al menos 50 homicidios dolosos cometidos en contra de menores de edad como víctimas indirectas de esta guerra.
Los impactos en la educación se dieron desde el inicio del conflicto entre Mayos y Chapitos, que tomó como principal escenario Culiacán y se extendió a otras ciudades del estado.
Las clases presenciales se cancelaron durante todo septiembre en la primaria donde Rodolfo toma clases, y para octubre, la situación no mejoró. Las clases se reanudaron de forma presencial a mediados de noviembre, pero con suspensiones cada que la violencia tenía un estallido.
Desde Mexicanos Primero Sinaloa, Nuria González explica que una de las preocupaciones surgidas desde esa asociación civil fue el tema de la violencia.
“Pues como todos sabemos, algunos municipios de Sinaloa vivieron episodios de inseguridad que interrumpieron las clases y generaron mucho miedo entre estudiantes, entre los maestros, maestras, entre los padres de familia”.
En las primeras dos semanas de clases del pasado ciclo escolar, de las 978 escuelas del nivel básico en Culiacán habían cerrado 582 y aquellas que abrieron fue con asistencia mínima, siempre inferior al 20%. En el caso de preescolar, la asistencia fue del 10% y del 11% para primaria, mientras que en secundaria se vio incrementada al 27% de asistencia.
“Nosotros estimamos en el monitoreo de medios que hacemos que por lo menos hasta enero del 2025 se habían perdido 30 días de clases por la violencia”, explicó Nuria González.
Y en ese mismo enero vino el asesinato de dos menores, Gael y Alexander, hermanos de 9 y 12 años asesinados en un ataque por un grupo armado. Ésa es otra marca que sigue golpeando a la ciudad.
Las víctimas de un conflicto que ninguno de los operativos y estrategias del gobierno de Rubén Rocha Moya y de la presidenta Claudia Sheinbaum ha podido terminar suman más de 1 mil 800 asesinadas, más de 2 mil 800 personas desaparecidas, ciclos escolares interrumpidos, pérdidas económicas millonarias, cierres de negocios, reducción de empleos incluso en los sectores agrícola y ganadero, desplazamiento de familias y una movilización de miles de ciudadanos que reclamaron paz el domingo 7.
El actual ciclo ha dejado un número indeterminado de víctimas circunstanciales, ajenas a los enfrentamientos entre las facciones. Uno de ellos es Juan Carlos, de 34 años, asesinado el 22 de septiembre durante un enfrentamiento entre el Ejército y Guardia Nacional contra un grupo de civiles armados, en un conjunto de departamentos donde Juan Carlos vivía con su esposa e hija.
A la fecha, no se ha esclarecido su asesinato y su familia no ha recibido justicia ni una reparación del daño.
Del otro lado están los impactos económicos. Según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), actualmente Sinaloa es la peor entidad en puestos de trabajo inscritos, con una pérdida de más de 36 mil puestos.
Los impactos han alcanzado a varios sectores, como el campo. Martín Lim es agricultor y sus tierras en Balbuena están preparadas para sembrar maíz, pero junto a la sequía y la falta de apoyos federales, ahora se suma la violencia.
“Hay mucha parcela ‘enmontada’ sin trabajos, porque prefirieron no sembrar este ciclo que viene en noviembre para el maíz y en octubre el frijol, y hay gente que mejor prefirió vender. Ahorita ya va siendo más rentable vender porque sembrar no está saliendo”, narra a Proceso.
Martín trabaja tierras de una extensión no mayor a 17 hectáreas y su producción debería significarle al menos la siembra del ciclo próximo, pero lleva tres años de pérdida, y la violencia, dice, lo agrava todavía más.
“Sin el campo y la ganadería, la mesa está vacía”, advierte.
A Sinaloa arriban entre enero y marzo hasta 60 mil trabajadores agrícolas temporales quienes, bajo contrato en los campos del estado, son registrados en el IMSS. Pero entre el primer trimestre de 2024 y el de 2025 se reportó una disminución de 2 mil 205 personas registradas para esta actividad en los campos agrícolas.
En la ciudad, con un rosario de letreros de “se vende” o “se renta”, los locales de sectores populares como el Centro y el Tres Ríos han quedado en el abandono. Desde pequeños restaurantes a plazas enteras quedaron desocupados hasta la fecha.
Martín tenía dos establecimientos comerciales en el centro y ahora conserva sólo uno. No logra completar para ambas rentas.
“Desde el año pasado el comercio en la ciudad se desplomó casi por completo, pues la vida social y nocturna de la ciudad se paralizó. Ahora estoy usando redes para ofrecer algunos productos fuera de la ciudad y por medio de aplicaciones de transporte privado he buscado complementar los ingresos, pero generalmente éstos son muy limitados y la actividad no está exenta de peligros, tanto por parte de autoridades como de grupos del crimen organizado”, explica.
Martín renunció a manejar su auto para aplicaciones de transporte privado. El miedo de circular a veces de noche o a que le quiten su auto lo orilló a dejar ese oficio. En uno de sus últimos viajes fue testigo de un levantón. Un grupo armado le cerró el paso a otro vehículo, del cual bajaron a golpes a un hombre.
La Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) ubica a la capital del estado como la ciudad a nivel nacional con más robo violento de vehículo en el periodo de julio de 2024 a julio de 2025. Al corte, en Sinaloa se han robado más de 7 mil vehículos a mano armada.
El lunes 8, en vísperas de que se cumpliera un año del conflicto, se reportaron otras 18 denuncias por robos de vehículos. Ese día también fueron asesinadas cuatro personas y fueron presentadas dos denuncias por privación ilegal de la libertad en Culiacán.
Con información de: Proceso.