BOGOTÁ (Proceso).- En momentos en que el mandatario estadunidense, Donald Trump, avanza hacia la aniquilación del acuerdo comercial con México y Canadá, China, la potencia asiática —que por su lado libra una guerra arancelaria con Estados Unidos—, está decidida a estrechar, aún más, sus relaciones económicas con América Latina.
Y esto incluye a México, país para el cual China es su segundo socio comercial, sólo después de Estados Unidos, con un intercambio de bienes que llegó a 138 mil millones de dólares el año pasado, 126% más que en 2020, aunque el saldo fue deficitario para México por 120 mil 329 millones de dólares.
“Para México, la relación con China es fundamental”, dice a Proceso el coordinador del Centro de Estudios China-México (Cechimex) de la UNAM, Enrique Dussel Peters, quien agrega que esta realidad no se ha traducido en una estrategia nacional para establecer un vínculo con una visión de largo plazo con el gigante asiático.
“No tenemos una estrategia, no sabemos qué hacer con China —señala—, y esta opción no es realista y nos debilita como país. No podemos cerrar los ojos y decir ‘China no existe’, aunque Estados Unidos presione. Para Washington, China es un asunto de seguridad nacional, más que económico y comercial. Y esto es algo nuevo”.
Pero en una perspectiva estratégica nacional “es absolutamente indispensable plantear una estrategia para relacionarnos con China”, asegura el experto.
Frente a la disputa entre las dos mayores potencias globales, agrega, México necesita impulsar una “nueva relación triangular” con China y Estados Unidos a partir de un posicionamiento mexicano ante ese enfrentamiento. (Ver documento: https://docs.cechimex.org/publicaciones/20241204_CECHIMEX_AGENESTRA24_Anguiano_Dussel_Arsovska.pdf)
Esto, plantea Dussel Peters, permitiría a México desarrollar un vínculo más estrecho con el país asiático reconociendo la enorme integración que existe con la economía estadunidense.
El doctor en Economía por la Universidad de Notre Dame sostiene, además, que la relación de México con China no puede estar determinada por el estilo “chantajista” de Trump.
“México no puede estar sujeto a lo que ‘nos deje' o ‘nos 'permita' Trump hacer con China —agrega—. China ya está acá, es el segundo origen de nuestras importaciones desde hace 20 años, está invirtiendo en cultura, en educación y en empresas”.
Según datos del Cechimex, las inversiones chinas en México llegaron a 12 mil 300 millones de dólares entre 2018 y 2024.
De acuerdo con Dussel Peters, “los principales interesados en que México sea un país bisagra entre México y Estados Unidos son las empresas estadunidenses que fabrican bienes en México con componentes chinos”, como las automotrices General Motors (GM), Ford y Stellantis.
El Cechimex estima que el 7.5% del valor agregado de las exportaciones mexicanas de Estados Unidos es chino, por los componentes, autopartes, microchips y otros insumos que las manufactureras instaladas en México importan del país asiático.
“Con esto —asevera el académico—, pareciera que Washington tiene razón al afirmar que México se está convirtiendo en la puerta trasera de las importaciones chinas, pero eso no es así porque el 70% de las importaciones mexicanas desde China las realizan empresas extranjeras, sobre todo estadunidenses”.
Dussel Peters asegura que “así funciona hoy en día la economía, lo que nos lleva a que, en los hechos, ya hay una nueva relación triangular con Estados Unidos y China, y lo que tiene que hacer México es formular una estrategia a partir de esa realidad”.
No se trata, señala, de hacer un debate ideológico o político para ver cómo nos relacionamos con China, sino asumir que es imposible ignorar a la segunda potencia mundial.
Foro China-Celac
México estará presente en el Foro China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) que se realizará en Beijing este martes 13 para promover una cooperación más estrecha entre esta región y la potencia asiática, la cual se ha convertido en el principal socio comercial de América del Sur.
A esa reunión asistirán tres mandatarios latinoamericanos, el colombiano Gustavo Petro, quien es presidente pro tempore de la Celac; el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el chileno Gabriel Boric, quienes tienen previsto reunirse con su homólogo chino Xi Jinping.
Además, estarán presentes una veintena de cancilleres de la región, entre ellos el mexicano Ramón de la Fuente, quien sostendrá una reunión bilateral con su homólogo chino, Wang Yi.
No pareció una coincidencia que a pocos días del Foro China-Celac, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, haya señalado que el país asiático “representa una amenaza potencial para la paz y la seguridad hemisférica” y que, por lo mismo, “no podemos ignorar su expansión encubierta bajo el disfraz del desarrollo".
Esas declaraciones las hizo Hegseth en Washington ante una delegación de Perú encabezada por el canciller de ese país, Elmer Schialer, y por el ministro de Defensa, Walter Astudillo.
En noviembre pasado, el presidente chino, Xi Jinping, y su homóloga peruana, Dina Boluarte, inauguraron el Puerto de Chancay, en Perú, el cual tuvo un costo de tres mil 600 millones de dólares y fue financiado y construido por China en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta que impulsa Beijing a nivel global para promover el comercio mediante la construcción de infraestructura.
En su visita de esta semana a Beijing, el presidente colombiano, Gustavo Petro, espera concretar el ingreso de su país a la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
La administración Trump no dudó en amenazar y chantajear a Colombia. La semana anterior, el enviado especial del Departamento de Estado para América Latina, Mauricio Claver-Carone, advirtió que el interés de Petro por estrechar lazos con China podría tener consecuencias para dos productos colombianos que tienen gran demanda en Estados Unidos: el café y las flores.
“El acercamiento del presidente Petro con China es una gran oportunidad para las rosas de Ecuador y el café de Centroamérica”, dijo el funcionario.
El profesor Dussel Peters señala que Washington “va a chantajear a los países que se dejen y a los que no tengan clara una estrategia para relacionarse con China y con Estados Unidos al mismo tiempo, porque aquí no se trata de elegir, sino de reconocer que las dos potencias están aquí para quedarse”.
Y por eso, agrega, México necesita formular “una estrategia de nuevas relaciones triangulares”.
Esa estrategia, hoy por hoy, no existe, señala el experto.
Del nearshoring al security-shoring
El profesor Dussel Peters señala que el proceso de relocalización de plantas productivas de China a México (el nearshoring) que se registró en los últimos años —lo que favoreció a la economía mexicana por el aumento de las inversiones externas— está siendo desafiado por la política arancelaria de Trump y con el empecinamiento de éste de llevar a las manufactureras a Estados Unidos.
El experto, quien también es coordinador la Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China, explica que desde 2023, bajo la administración de Joe Biden (2021-2025), Estados Unidos fijó como prioridad de su estrategia hacia China la seguridad nacional, un concepto que se reforzó con la nueva llegada de Trump a la Casa Blanca.
“La seguridad nacional de Estados Unidos se convirtió en el nuevo eje de la política hacia China y hacia terceros países, y esto incluye a México, a Panamá (donde Trump busca el control de canal y desplazar a empresas chinas que manejan los puertos) y a América Latina en general”, señala.
Dice que el afianzamiento de esta estrategia conduce al security-shoring, que es la relocalización geográfica de la política de seguridad nacional.
Es decir, para Estados Unidos la contención de la expansión china ya no consiste únicamente en el despliegue militar en el Mar de China y en Taiwán, sino que se trasladó a su vecindario, a América Latina.
Dussel Peters señala que, “desde una perspectiva estadunidense, el security-shoring implicará que terceros países también adopten y se integren, y se alineen, a la confrontación existente con Estados Unidos en contra de China para obtener beneficios, si lo hacen, o para castigarlos si no lo hacen”.
Esto, agrega, tiene implicaciones económicas y enormes retos para México.
Y sostiene que México se encuentra en una “profunda encrucijada estratégica” en la que la agresiva política arancelaria de Trump es sólo un elemento coyuntural, porque el verdadero desafío es estructural: la “generalizada y sistémica” confrontación entre Estados Unidos y China, que es geopolítica, comercial, tecnológica, diplomática y hasta cultural.
Es por eso que el coordinador del Cechimex plantea que la formulación de una estrategia frente a China por parte de México cobra un nuevo sentido de urgencia.
La propuesta del Cechimex es que México avance hacia “nuevas relaciones triangulares” con China, lo que implica el relacionamiento con la potencia asiática tendría como referente fundamental la estrecha relación mexicana —comercial, económica, en materia de seguridad, cultural— con Estados Unidos.
El principal problema que advierte Dussel Peters es que esa estrategia de corto, mediano y largo plazo para relacionarse con China “no sólo no existe en México, sino que ni siquiera se ha comenzado a discutir”.
Esa omisión estratégica, sostiene, incluye al Ejecutivo, a los organismos empresariales, a los partidos políticos, al Congreso y, en general, a las élites políticas y económicas.
“Han sido muy tímidas, muy cautas, muy miedosas cuando se trata de abordar el tema China, a pesar de que es un tema ineludible para México”, asegura.
Dice que la discusión de este tema debería comenzar en el Senado, “que es el lugar privilegiado, porque allí hay una comisión de relaciones exteriores Asia-Pacífico, responsable del tema de China”.
Ésa es la institución que debería haber comenzado hace 20 años a impulsar una estrategia-país frente a China —agrega el académico—. Pero bueno, si no lo hizo hace 20 años, debería haberlo hecho hace dos meses. Es necesaria una discusión sobre qué hacer estratégicamente con China, en la infraestructura, en el turismo, en las inversiones.
Tampoco el gobierno, particularmente la Cancillería y la Secretaría de Economía, ni los empresarios ni los partidos han abordado el tema, que “está atorado”, asegura Dussel Peters.
Considera que para México es imprescindible preguntarse qué relación quiere con China y formular una política de corto, mediano y largo plazo, que le permita al país velar por sus intereses en la disputa que mantienen el gigante asiático y Estados Unidos.
“Y si la respuesta es que no queremos zapatos chinos, entonces hay que decidir si muchos mexicanos van a caminar o si vamos a formular un plan de sustitución de importaciones para los próximos 10 años y ver qué hacemos mientras tanto, porque ni el Vaticano ni Estados Unidos producen zapatos”, sostiene Dussel Peters.
Y dice que la falta de estrategia debilita a México no sólo frente a China, sino frente a Trump.
Con información de proceso.com.mx