
Ciudad de México, 23/10/25 (Más).- A sus 74 años, el productor y documentalista Epigmenio Ibarra ha dado un paso que formaliza su vínculo de años con el proyecto político de la izquierda mexicana: se ha integrado oficialmente a la dirigencia de Morena, el partido en el poder.
El comunicador, cercano desde hace décadas a Andrés Manuel López Obrador, ahora forma parte de una comisión interna encargada de revisar nuevas afiliaciones y definir el rumbo ideológico del partido en una etapa de consolidación del poder presidencial bajo Claudia Sheinbaum.
De acuerdo con información publicada por El País, Ibarra asume este nuevo rol político sin renunciar a su identidad como “agitador”, como él mismo se define. Aunque ha dedicado décadas a la producción televisiva, al periodismo y a documentar conflictos armados en América Latina, los Balcanes y Medio Oriente, su trabajo más reciente ha estado al servicio de los movimientos sociales y del obradorismo.
Ahora, desde la estructura formal de Morena, afirma que su tarea será activar el sistema inmunológico del partido y depurar lo que considera residuos de una apertura desordenada que permitió la entrada de personajes cuestionables a sus filas.
Ibarra admite que durante el ascenso de Morena fue necesaria una política de puertas abiertas que desfondó a otros partidos como el PRD y permitió sumar liderazgos diversos para enfrentar al régimen autoritario que dominaba México. Pero reconoce que esa estrategia también atrajo a figuras con historial oscuro, como Hernán Bermúdez, exjefe policiaco vinculado al narcotráfico, o a clanes políticos como el de Miguel Ángel Yunes, que han generado tensión interna y daños a la imagen del partido. No obstante, Ibarra relativiza su impacto: “No creo en la crisis terminal de Morena que tiene azotadísimas a las buenas conciencias”.
La comisión en la que participa, explica, no se enfoca en casos individuales, sino en evaluar sumas estratégicas y definir si las nuevas alianzas realmente aportan en lo ético, político y moral. En ese sentido, defiende decisiones pragmáticas de la dirigencia morenista, como los acercamientos con actores polémicos para garantizar la mayoría calificada en el Congreso, necesaria para avanzar en reformas estructurales como la del Poder Judicial, uno de los ejes del segundo sexenio de la llamada Cuarta Transformación.
Sobre el futuro del partido, Ibarra es claro: el mayor desafío será mantenerse fiel a las convicciones y no repetir los vicios del pasado. Considera que Morena debe protegerse del “resquebrajamiento interno”, pero también del embate de enemigos externos: “El crimen organizado y la derecha están amarrados; y también está el capital, y Estados Unidos”. Frente a esas fuerzas, dice, el partido debe seguir apelando al pueblo y a su base militante, que con casi 10 millones de afiliados, “es el verdadero sistema inmunológico”.
Cuestionado sobre la caída en los niveles de aprobación de Morena y los escándalos de figuras internas como Adán Augusto López, Gerardo Fernández Noroña o Andrés López Beltrán, Ibarra descarta que se trate de una crisis estructural. Asegura que son daños marginales frente a la dimensión del movimiento y sostiene que los liderazgos fundamentales –como los de López Obrador y Sheinbaum– siguen siendo ejemplares por su austeridad, congruencia y dedicación: “Si los primeros no fueran la mayoría, el colapso de Morena sería evidente”, afirma.
En cuanto al futuro electoral, advierte que la elección legislativa de 2027 será crucial para mantener el control político y legislativo que permita a Sheinbaum entregar resultados. Cree que el partido debe convencer de nuevo al pueblo con hechos, con trabajo y, sobre todo, con ejemplo: “Dar resultados y dar el ejemplo van de la mano. Si no eres absolutamente frugal, austero, entregado… no das resultados”.
Ibarra también se pronunció sobre la situación de la oposición política y su posible recomposición a través de figuras como Ricardo Salinas Pliego, a quien identifica como el rostro de una nueva ultraderecha populista. Califica al empresario como una amenaza simbólica más que real, motivada por un “narcisismo brutal”, y asegura que su proyecto solo podría avanzar si el pueblo se siente traicionado por el gobierno. “Y la tarea de Morena es crucial: cumplirle al pueblo. Si se cumple, no hay lugar para el odio, el miedo ni el oportunismo”, sentencia.
Con su integración formal a la dirigencia de Morena, Epigmenio Ibarra deja de ser solo el cronista del obradorismo para convertirse en uno de sus operadores internos. Desde esta nueva trinchera, promete defender la esencia del movimiento, purgar a quienes traicionen sus principios y acompañar a Sheinbaum en la segunda etapa del llamado cambio de régimen. Para él, la lucha no ha terminado: “Esto apenas empieza”.