En alguna ocasión comenté en otro artículo sobre actores como Tin Tan, Resortes, Clavillazo, que aparecían en la pantalla grande representando a personas humildes pero siempre vestidos de traje, con sacos cuyas mangas eran demasiado extensas, un nudo de corbata mal hecho y pantalones “aguados”.
Sus personajes buscaban hacer el bien, luchaban por la justicia y al final de la película conquistaban el corazón de una buena mujer.
Un buen día encontré un artículo que hablaba al respecto.
El texto comentaba que en estos y otros actores la vestimenta representaba un anhelo de superación.
Aunque pobres, practicaban las buenas costumbres, aspiraban a crecer en educación, a parecerse y ser hombres de bien y en base al esfuerzo con los años tener un mejor nivel de vida para ellos y sus seres queridos.
Hoy la situación es muy distinta.
Una parte de las nuevas generaciones, influidos por las modas que dictan desde no sé donde unas cuantas personas, han cambiado el escenario.
Hoy muchos jóvenes se ven en el espejo para despeinarse cuando en el pasado era tema de burla o pena salir con un “gallito” en el cabello.
Si antes nos apuraba coser un pantalón por viejo que fuera, ponerle un parche y evitar cualquier rotura, hoy entre más rotos mejor…y más caros.
Se buscaba la pulcritud en el lenguaje que generaba la lectura o el estudio.
Ya simplificado el español, las palabras “guey”, “cabron”, “ching..” facilita y nos ahorra cualquier esfuerzo para encontrar en nuestro cerebro expresiones más adecuadas en una conversación.
Exagerado con seguridad, pero en el pasado los niños asustados se metían a sus casas y los jóvenes atendían la recomendación de sus padres de alejarse cuando vieran a un consumidor de mariguana.
Si el entretenimiento era jugar en la calle al futbol, voleibol, beisbol, a las escondidas, hoy el juego o la recreación (fines lúdicos le llaman los legisladores) sin importar sexo, nivel cultural o social, se llama fumar mariguana en cualquier convivencia.
En la música, las grandes voces, la buena letra y el manejo magistral de los instrumentos musicales están en extinción.
Hoy el ruido, la estridencia, los “cantantes” mal vestidos y las letras basadas en insultos, elogios al narcotráfico o pasar la vida sin hacer nada trascendente, recorren el mundo y millones tararean las canciones sin captar siquiera su contenido.
La involución de la cultura está ahí y en otros aspectos.
Cierro este artículo con una pregunta.
La cultura, el respeto o la convivencia social son mejores en el presente o en tiempo pasado?
Ustedes tienen la palabra.
Carolos Borruel.