Don Jesús dice, tumbado en una silla con el respaldo reclinado, que desde que salió aquella tarde-noche de la iglesia del pueblo presentía que algo malo estaba por suceder. Hasta su perro, asegura acariciando el lomo de un can de medio tamaño y pelo blanco, le aulló cuando entró a la casa.
“Dije: ‘ora, pos qué rayos tiene este perro, si nunca se me pone al tú por tú”, dice don Jesús, con el acento cantadito del sur de Veracruz.
Eran las 9 de la noche del pasado 11 de mayo en Texistepec, un municipio de 20 mil habitantes, muy cercano a Acayucan y Minatitlán. Las campañas proselitistas para renovar 212 alcaldías el próximo 1 de junio habían arrancado un par de semanas antes, el 29 de abril, y las calles del pueblito ya estaban llenas de propaganda electoral.
De hecho, esa noche una nutrida caravana de motonetas y motocicletas recorría la colonia El camino a Jaltipan con simpatizantes portando banderas de Morena en apoyo de la candidata de ese partido, Yesenia Lara Gutiérrez, de 49 años, quien también caminaba por el lugar pidiendo el voto a los vecinos.
Aunque ella no era una de las 170 personas que en este proceso en Veracruz solicitaron protección a las autoridades estatales y federales, sí tenía un escolta personal debido al clima de violencia en la entidad, que ya en la elección del año pasado, cuando solo se renovó la gubernatura y el congreso estatal, fue una de las cinco con más ataques a candidatos y candidatas. Mientras que en esta campaña de 2025 otro candidato de Morena, el de Coxquihui, en el otro extremo de la entidad, al norte, fue asesinado a escasas horas de arrancar la campaña el 29 de abril.
“Me metí pa’ la casa porque cuando me gruñó el perro sentí un escalofrío bien raro”, continúa narrando el vecino mientras sigue con la mirada en una motoneta de tres ruedas pintada con el amarillo y negro clásico de los taxis de Nueva York.
“Entré y dejé la puerta así de medio canto. Y pos oye hermano, que de la nada empiezo a escuchar el ruidero afuera. Al principio, pensé que era el cohetero, que se le había ido un cuete bajo. Pensé: ‘ay Jesú, no le están subiendo bien los cuetes, o qué onda. Pero pronto me espanté, porque en la calle se empezaron a escuchar los gritos diciendo: ‘¡ya la mataron, ya la mataron!’”.
Cerca de la casa de don Jesús, cuya verdadera identidad queda protegida, entre las calles Matamoros y Libertad, el señor Miguel Ángel Navarro, su hija Marisol y otro hijo salieron de su casa para saludar a la candidata morenista, que estaba rodeada por decenas de las clásicas motonetas y moto-taxis. La estaban saludando y platicando con ella cuando, de la nada, un tipo que venía acompañado por otros tres hombres sacó un arma y desató el caos.
“El que le tiró a la candidata llevaba puesto un chaleco de Morena”, dice doña Margarita, otra vecina cuya verdadera identidad queda protegida. “No les vi el rostro, pero vi que llegaron a pie, aunque dicen que luego huyeron en dos motos. El que empezó a disparar era delgado, ni muy alto, ni muy chaparro”.
“Los cuatro traían el chaleco de Morena”, puntualiza otro vecino que fue testigo de los hechos.
En un video tomado esa noche del domingo 11 de mayo, que se hizo viral en redes, se aprecia que la comitiva morenista de motos y personas portando banderas va transcurriendo por la calle Libertad en mitad de la habitual algarabía proselitista, cuando se desata la estampida de gente corriendo despavorida porque los agresores dispararon al menos 20 balazos contra la candidata y también contra la multitud.
En las fotos del suceso que publicaron esa misma noche los medios, se aprecia a Yesenia tirada en el suelo sin vida y rodeada por un mar de casquillos dorados de bala. Junto a ella, yacían el señor Miguel y su hija Marisol, quienes se acababan de acercar al lugar para saludar a la candidata, a un integrante de la brigada de promoción de Morena, Silvestre González, y a Aarón Nolasco, el escolta de Yesenia.
Tras el asesinato, alguien se acercó al cuerpo de la candidata y tapó su torso y el rostro, donde la baleraon al menos tres veces, con una lona de plástico, dejando una imagen tan dura como simbólica: taparon su cadáver con una lona de Morena.
“Ella quería trabajar con la verdad. No era muy conocida aquí en la cabecera, pero era de rancho; una mujer muy trabajadora, y muy humilde con la gente”, lamenta don Jesús.
Yesenia Lara había perdido en noviembre de 2022 a su esposo Enrique Argüelles Montero, regidor primero del mismo ayuntamiento que ella aspiraba a gobernar; Argüelles también fue asesinado a tiros en el municipio vecino de Acayucan cuando se encontraba a solo unos metros de las instalaciones de la Fuerza Civil.
Menos de tres años después, la morenista se convirtió la noche de ese 11 de mayo en la segunda candidata asesinada en este proceso electoral para renovar alcaldías —después del también morenista Anuar Valencia, ‘Napo’, en Coxquihui—, un proceso que ha estado marcado por la violencia con múltiples agresiones y amenazas a candidatos y candidatas. Aunque su caso tuvo un mayor impacto porque no solo se atacó a la candidata, sino también a personal de su equipo e incluso a los simpatizantes que la acompañaban.
“Ha sido una campaña terrible, una elección muy violenta en Veracruz. El clima violento ha superado al de 2021. Hoy no hay ningún respeto. Antes, si esa gente tenía un problema con el candidato, iban solo contra él. Ahora no. Ahora, como se vio en Texis (Texistepec) balean contra todo el mundo; es un forma de terrorismo que no habíamos visto nunca antes”, dice un ciudadano sentado en uno de los muchos cafés de la localidad vecina de Acayucan, a unos 13 kilómetros de Texistepec.
La señora Julia, que también pide proteger su identidad, explica sentada en el porche de su casa, donde con un maltratado abanico trata de sofocar en algo los más de 35 grados y la aplastante humedad que se siente en toda esta región sur de Veracruz, que la política ya no es lo que era antes en su pueblo, en Texis, como llaman algunos vecinos a la localidad.
“Ahora, la gente anda muy alborotada por la política. Antes, las campañas pasaban y ya, no pasaba nada más. Era, como decirlo, era como una fiesta la política. Pero ahora no. Ahora ya todo está bien caliente”.
Cuando se le pregunta a los vecinos por qué se ha ‘calentado’ tanto la zona, la mayoría baja la mirada, o mira hacia otro lado. Nadie quiere hablar del tema. De hecho, los pocos que acceden a platicar unos minutos con desconocidos que preguntan por el asesinato de la candidata, lo hacen con temor, bajando mucho la voz, y sin dejar de observar de reojo a las motonetas y motocicletas que transitan por las calles de la colonia, donde en las bardas de viviendas el nombre de la candidata Yesenia Lara ya ha sido borrado con pintura blanca; como si, de alguna forma, se quisiera tapar lo sucedido con ella y otras cuatro personas, aunque en el cruce de calles donde tuvo lugar el multihomicidio aún quedan restos de sangre que alguien trató de tapar con cal, y unas veladoras en la base de un poste de luz.
Solo unos pocos ciudadanos que viven en la vecina Acayucan, una población que con sus algo más de 50 mil habitantes dobla en población a Texistepec, se muestran algo más abiertos a explicar que en la región de Texistepec-Acayucan-Rodríguez Clara-Isla-Sayula, operan diversos grupos criminales locales, que pueden considerarse como “franquicias” de cárteles, y que buscan mantener el control de la zona, incluyendo el control político de los municipios.
“En Texistepec está el tema de que por ahí pasará el corredor interoceánico, uno de los mayores polos de desarrollo que va a tener Veracruz, con todos los intereses que eso implica”, explica un vecino de Acayucan, que pide anonimato. Mientras que en otros municipios, como en Isla, ahí el tema es el control del huachicol, y en Rodríguez Clara y en Acayucan, el tema es el tráfico de migrantes.
En este contexto, y después de lo sucedido un par de semanas atrás con el asesinato de Yesenia Lara y otras cuatro personas, el ánimo para salir a votar el próximo 1 de junio no es, desde luego, el mejor entre los vecinos de Texistepec.
“¿Quién no va a tener miedo a salir a votar en estas condiciones?”, se pregunta don Jesús, que encoge los hombros ante la mirada atenta de su perro.
“Claro que tengo miedo de salir a votar”, dice la señora Julia quien luego de presenciar el multihomicidio de la noche del 11 de mayo, sufrió una parálisis facial de la que ya se está recuperando.
“Tengo miedo, y yo supongo que los vecinos también. Hay temor porque hay violencia por todas partes, no solo aquí. Pero hay que salir a votar y ejercer nuestro derecho. No tenemos de otra. El crimen quiere gobernar los municipios”.
En el municipio de Rodríguez Clara que está a unos 70 kilómetros de Texistepec, la candidata de Movimiento Ciudadano, Xochitl Tress, estuvo a punto de engrosar la lista de candidatos y candidatas asesinadas en Veracruz.
En una entrevista realizada en el Puerto de Veracruz, la candidata narra que a eso de las 5 de la tarde del martes 20 de mayo ella y su equipo acababan de llegar a su centro de operaciones en Rodríguez Clara para organizar el cierre de campaña.
Estuvieron algo más de dos horas trabajando, cuando al caer la noche la candidata salió a la calle a buscar a su hijo adolescente, que estaba con uno de sus escoltas, y le preguntó qué quería de cenar. El joven respondió que una pizza y su madre le pidió al escolta que lo acompañara a comprarla a un restaurante cercano. Afuera, sentada sobre unos escalones, estaba la fotógrafa y periodista Avisack Douglas Coronado,de 47 años y madre de dos hijas, que trabajaba en la campaña de Tress.
“Avi (Avisack) siempre se sentaba en las escaleras de la oficina. Y siempre le hacíamos comentarios de que, por la situación de inseguridad, no anduviera ahí en la banqueta, porque era un lugar muy expuesto y yo luego me sentaba ahí con ella y los escoltas nos regañaban”, explica la candidata.
Tress, que durante la entrevista luce un largo vestido negro y un colgante artesanal con forma de colibrí, cuenta que su hijo y el escolta ya habían salido a por la pizza cuando, a eso de las 19:30, escuchó los dos primeros disparos.
“En ese momento como que no capté bien qué estaba pasando. Me demoré en procesar que no eran cohetes, sino disparos, pues nunca había vivido una situación así. Pero luego vino otro disparo, y luego varios más, y corrí hacia la esquina del local y ahí me tiré al piso”.
“Se me vino el mundo encima cuando logré reaccionar”, continúa narrando Tress, que también tiene un colibrí tatuado en la muñeca. “Yo le gritaba al escolta por ‘Goyo’ (su hijo), porque no sabía qué estaba pasando afuera. Sólo oía los disparos y pensaba que ya iban a entrar a la oficina a matarnos a todos”.
Afuera no se sabe aún con certeza qué sucedió. Tress asegura que su otro escolta, al percatarse de lo que estaba sucediendo, resguardó a su hijo en un local, y salió corriendo para auxiliarla realizando varios disparos a los agresores que huyeron a bordo de un coche. El hecho de que los atacantes balearan la fachada y no entraran a atacar directamente a la candidata, generó suspicacias entre algunos habitantes entrevistados. Pero Tress sostiene que, de no haber sido por la reacción del escolta, los agresores habrían entrado a la casa de campaña.
“Iban a por mí”, asegura tajante.
Tras el ataque a tiros, los escoltas subieron a Tress y a su hijo a una camioneta blindada para sacarla de inmediato del lugar.
“Ya en la camioneta, empiezo a preguntar por ‘Avi’, y me dicen que la hirieron. Volteo y por la ventana miro que está tirada en la banqueta. Les digo: ‘párense, no podemos dejarla ahí’. Ellos no querían parar porque su chamba es sacarme a un lugar seguro. Pero les grité: ‘no la voy a dejar morir’. Entonces, uno de los escoltas se bajó y la tomó, pero las piernas no le reaccionaban y eso complicó todo”.
Finalmente, Tress cuenta que la fotógrafa rodeó con sus brazos el cuello del escolta y éste la pudo subir a la camioneta. De inmediato, pusieron dirección al hospital de Acayucan, aunque el Hospital Regional de Isla estaba más cerca.
“Tomé esa decisión porque Isla vive una situación de inseguridad muy complicada, al igual que en Rodríguez Clara. Por eso opté por Acayucan”, argumenta Tress, que asegura que la ambulancia que pidió por teléfono mientras huían los alcanzó a 15 kilómetros de salir de Rodríguez Clara, y que ésta trasladó a la periodista y fotógrafa a Acayucan, donde murió más tarde.
“Le vendamos la herida en el coche, pero ya había perdido mucha sangre”, lamenta.
Poco más de una semana después de los hechos, Xóchitl Tress, cuyo marido, padre de su hijo, y exalcalde de Rodríguez Clara, Gregorio Barradas, fue asesinado en noviembre de 2010 (la candidata asegura que el mismo grupo delictivo que mató a su esposo, trató ahora de asesinarla a ella), explica durante la entrevista que desde que tomó protesta como candidata el pasado 15 de marzo comenzó a recibir amenazas y a sentirse vigilada por personas desconocidas que la seguían a bordo de coches y motocicletas.
“La delincuencia que está invadiendo mi municipio es la que empezó a investigar dónde vivía yo, dónde iba a dormir, y a seguirme”, plantea Tress, que dice que ante la intimidación comenzó a tomar medidas de seguridad. De hecho, fue de las primeras candidatas en solicitar a las autoridades estatales protección para poder hacer campaña en su localidad. Por eso tenía a su servicio a dos escoltas la noche del atentado.
“Gracias a ellos sigo viva”, dice llevándose ambas manos al colibrí que cuelga de su cuello, para expresar, acto seguido, que continúa muy consternada por el homicidio de la fotógrafa y periodista, motivo por el que decidió no hacer cierre de campaña, además de preocupada por su seguridad.
“Se ha visto claro de lo que esa gente es capaz de hacer. No respetan absolutamente nada ni a nadie. En plena campaña no les importa llegar a una casa donde hay gente trabajando, niños, mujeres, gente que fue a platicar conmigo para pedirme apoyo, y disparar. Ya cruzaron todas las líneas”.
A continuación, se le pregunta a la candidata qué es lo que buscarían los integrantes del crimen organizado con un atentado en contra de ella. Xóchitl, mira al suelo de la oficina donde se realiza la entrevista, y lanza un suspiro.
“El crimen organizado quiere gobernar los municipios. Ellos quieren gobernar a través del presidente municipal al que obligan a pasarles la respectiva cuota por las obras. Además, ellos quieren poner al comandante de policía municipal para que cuide a los delincuentes y no a la ciudadanía, y para ellos poder hacer sus extorsiones, cobros de piso, secuestros… Es lo que han estado haciendo en Rodríguez Clara, y es lo que quieren seguir haciendo. Y como yo no voy en la línea de ellos, pues no les conviene que sea presidenta municipal”.
–¿Pero, y si gana, cómo hará para gobernar con estos grupos criminales tan presentes en el municipio y en la región? –se le cuestiona.
Xóchitl Tress se mueve inquieta en la silla, y vuelve a sonreír.
“Lo primero es investigar a la policía municipal de Rodríguez Clara. Y lo segundo, es que se necesita la coordinación con el Gobierno Federal, y también con el Gobierno del Estado, pues para que llegue toda la caballería. Así es como vamos a controlar el municipio. Porque yo sola, en efecto, no voy a poder con toda la delincuencia”.
El ambiente de tensión, a 48 horas de las elecciones municipales, también se siente en el norte de Veracruz. En municipios como Texcatepec y Tlachichilco,organizaciones campesinas han denunciado amenazas e intimidación a ciertos candidatos, así como la imposición de aspirantes con dudosos antecedentes en uno de los partidos contendientes.
El norte de Veracruz es la zona de influencia del ex dirigente estatal panista Joaquín Guzmán Avilés, un político que actualmente busca por tercera vez la presidencia municipal de Tantoyuca, que ha sido gobernado por la misma familia desde 1997. Según documentó Animal Político, el cacicazgo de los Guzmán Avilés en Tantoyuca apenas fue interrumpido por un trienio en el que gobernó el PRI.
En el límite para registrar candidatos, el PAN dio a conocer que su candidato en Texcatepec será Fidel Alonso Mauricio. Desde el mes de febrero, organizaciones campesinas de la zona alertaron a dirigentes panistas locales y nacionales sobre los antecedentes de este personaje, quien ya en 2021 intentó llegar a la presidencia municipal de Texcatepec.
En aquella elección, el panista perdió los comicios frente a la candidata de Morena, Amalia Sánchez Alonso. Las organizaciones advierten que “esta persona utiliza mucho dinero para comprar votantes” y “lo que es más grave, utiliza constantemente el lenguaje violento como medio de control hacia las comunidades”.
Entre las organizaciones circula la versión de que el hoy candidato panista amenazó recientemente a un policía y le advirtió con arrogancia: “yo no golpeo, yo le reviento su madre”. A los pocos días, ese policía fue asesinado.
También alertan que esta candidatura representa el “altísimo riesgo de que se instale un régimen verdaderamente agresivo de violencia generalizada en el municipio de Texcatepec, y especialmente enfocado contra defensores de derechos humanos. Su propuesta electoral se reduce a la promesa de expulsar a todos los que vengan de fuera a interferirlo”.
En Tlachichilco, organizaciones indígenas denunciaron recientemente que fueron intimidados Genaro Hernández Sánchez, indígena náhuatl, candidato a síndico por el partido Morena, junto con otros tres compañeros indígenas.
El jueves 22 de mayo, fueron interceptados por dos camionetas del PAN, cuyo candidato a la presidencia municipal es Óscar Herrera, quien quiere ocupar ese cargo por tercera vez. Los amenazaron con quemar sus vehículos o matarlos. Eran como las 9 de la noche.
El acuerdo para que se conceda la entrevista es no dar a conocer su nombre, ni en qué tribunal ni salas trabaja en el estado de Veracruz, ni tampoco en qué lugar está el café donde se desarrolla esta conversación. Así que solo diremos que es un juez de control de mediana edad, que busca ser elegido por voto popular el próximo 1 de junio para mantenerse como impartidor de justicia.
Con unos cafés lecheros sobre la mesa y unos panes, el juez comienza a explicar quela ‘campaña’ ha sido muy complicada para él, pues de pronto, a raíz de la propuesta de reforma al sistema de justicia realizada por el expresidente López Obrador para que estos sean electos por voto popular, pasó de ser una figura extremadamente discreta y de muy bajo perfil mediático, como parte de su estrategia de protección tanto física como para cuidar su objetividad, a una figura que tuvo que salir a las redes sociales a darse a conocer, y a patear las calles de localidades y municipios que viven fuertes problemas de violencia para pedir el voto.
—¿Esa mayor apertura, o mayor exposición mediática, de alguna forma lo ha puesto más en peligro?, se le pregunta
“Sí, sin duda. Estamos en una región con muchas problemáticas de inseguridad, de asesinatos y de muchos problemas de ese tipo. Y pues mi materia implica ver este tipo de problemáticas con la ley. Y pedir el voto en esos lugares, es un gran riesgo”.
—¿Tuvo temor a hacer campaña?
“Por supuesto que sí. Le pongo un ejemplo: fui a una localidad a pedir el voto, y entré a una tienda donde le pedí a la persona que despachaba que me permitiera dejarles un folleto. Y esa persona se me quedó mirando y me dijo: ‘ah, usted es el juez de control’. Pasaron, no sé, como 3 o 5 segundos en silencio, en los que yo pensaba, ‘¿bueno, y qué va a pasar ahora? Por fortuna, el tipo se portó tranquilo. Pero si hubiera pasado algo, ¿con qué me hubiera defendido? Quién sabe”, se cuestiona y se responde a sí mismo.
—En el caso de las campañas para las presidencias municipales es evidente que hay un intento del crimen organizado por intervenir en las elecciones, se le plantea al juez. ¿En el caso de las elecciones para jueces, cree que también ha habido alguna injerencia de los grupos criminales? ¿La percibió?
“Sí, he escuchado eso. Pero mire, yo siempre he estado ajeno a la política, porque consideraba que era lo correcto, que yo fuera completamente ajeno a eso. Pero ahora, con esta campaña, me vengo enterando de que hay muchos intereses de por medio, aunque yo no he tenido ningún acercamiento de ese tipo con nadie”.
—Hay candidatos a alcaldes que abiertamente dicen que evitan ir a determinados lugares por el tema de la violencia, o que no van a hacer campaña a esos lugares si no es con escoltas. ¿Usted llegó a valorar el pedir escolta al Instituto Nacional Electoral?
“Sé que en la zona donde estoy, por lo mismo de los asuntos penales que trato, es una zona de riesgo, pero no llegué a sentir la necesidad de pedir escolta. Aunque sí evité ciertos lugares. Me invitaban a ir y yo les decía, ‘no, yo aquí me quedo. Hablen de mí por allá, les doy unos volantes y repártanlos, pero yo aquí me espero’. Y pues también hay lugares donde atendí asuntos penales, y preferí no ir porque hay muchos intereses, muchos grupos de personas, y decidí mejor no ir para proteger mi seguridad”.
Con infomración de: Animal politico,