En un reportaje realizado por Marco Antonio López para El País, se destaca la resistencia del Bisonte y el crecimiento que ha tenido en Chihuahua, pese a un entorno de narcotráfico y violencia.
En Janos, en la frontera entre Chihuahua y Estados Unidos, hace 17 años se inició el proyecto de recuperación de esta especie, entonces eran 22 bisontes, hoy 500 ejemplares,
La manada de bisontes americanos ha crecido, cuando esta especie que se creía extinta en México, sobreviviendo a la caza masiva del siglo XIX y a los desafíos del clima extremo y la división fronteriza.
El retorno del bisonte además es crucial para la salud de la última pradera mexicana, ya que actúan como "guardianes" del ecosistema, pues al pastorear, fertilizan la tierra y mantienen la llanura, lo que beneficia a una vasta red de fauna, incluyendo pumas, osos, venados y aves migratorias que viajan desde Canadá.
Es todo un ciclo, en donde las aves a su vez, dispersan semillas y ayudan a la reproducción de los pastizales para México, Estados Unidos y Canadá en un solo ecosistema.
La presencia del bisonte se da en un contexto de inseguridad que recuerda la histórica persecución de los bisontes, el exterminio de la especie en el siglo XIX fue una estrategia para debilitar a los pueblos indígenas Ndé.
Hoy la región de Janos se enfrenta a la violencia del crimen organizado, recordando casos como el decomiso de media tonelada de metanfetamina en abril, el hallazgo de fosas clandestinas en Casas Grandes o la masacre de la familia LeBarón en 2019… el bisonte se erige como un símbolo de resistencia.