Un análisis realizado por el profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Francisco Javier Aparicio Castillo señala que la evidencia estadística sugiere que, en las elecciones judiciales del 1 de junio pasado, hubo patrones en el proceder de los electores que pueden ser indicios de irregularidades que pongan en duda la autenticidad o certeza de la votación asentada en las actas de casilla.
A partir de un análisis exploratorio y diversas pruebas estadísticas realizadas a los datos a nivel casilla de los cómputos distritales, en particular sobre la elección de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y el Tribunal de Disciplina Judicial (TDJ), la evidencia sugiere que hubo una participación electoral atípica en un número considerable de casillas.
Además, se encontró una correlación positiva y significativa entre la participación electoral a nivel casilla y las tendencias de voto para la SCJN y TDJ.
Asimismo, se halló que la distribución de votos totales por candidatura para la corte y para el tribunal, muestran quiebres o discontinuidades importantes, mismas que son más visibles en los resultados de ciertas entidades. Si se grafican los datos de los votos recibidos por cada uno de los candidatos, los nueve ganadores destacan por su marcada diferencia respecto de los demás.
Los resultados de las elecciones del 1 de junio pasado estuvieron fuertemente cuestionados por diversos sectores sociales por el uso de acordeones que habría influido en la votación en favor de las personas que aparecían en ellos y que, al final fueron los que ganaron.
En entrevista el profesor, indica que “si dos candidatos se beneficiaron de un acordeón que funcionó, sus votos deben estar correlacionados positivamente y si no se coordinaron la correlación debe ser nula o quizá negativa porque uno compite contra el otro”.
El acordeón es un mecanismo de coordinación de voto. Si fue un mecanismo eficaz de coordinación, debería producir correlaciones positivas de los votos entre las personas del acordeón y eso es lo que se observa en el análisis estadístico en cuestión y son muy altas.
“Yo encuentro una fuerte correlación de votos de un grupo de candidatos que pareciera que compitieron en planilla y los nombres de esos candidatos estaban en la mayoría de los acordeones que se denunciaron”.
Sin embargo, recalca que se trata de una prueba indirecta porque no le consta que fueron los acordeones, pero la evidencia no permite descartarlos.
El análisis concluye que la evidencia de los resultados observados a nivel casilla no permite rechazar la hipótesis: si dos o más candidaturas judiciales lograron conseguir votos en su favor de manera coordinada, ya sea mediante la distribución eficaz de algún acordeón u otro mecanismo, sus porcentajes de voto deberán tener una correlación positiva y estadísticamente significativa.
El análisis que el reconocido académico entregó al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación como amicus curiae, en los juicios de validez de la elección de la SCJN y el TDJ, expone que en esas elecciones ocurrió una participación electoral atípica en un número considerable de casillas y, si bien, el Instituto Nacional Electoral (INE) dejó fuera del cómputo final 818 actas por diversas razones, el universo de casillas con participación estadísticamente atípica es muy superior.
Por ejemplo, 5% reportaron participación mayor a 31% y 1% mayor a 59%. En 1,224 hubo una participación mayor a 50% y en 811 mayor a 60%.
Chiapas y Guerrero fueron las entidades con más casillas de este tipo. En 106 se reportó una participación de 100%y en 11 incluso se registró una participación superior a 100%.
En Chiapas, 5% de casillas tuvieron una participación mayor a 70%, mientras que, en Guerrero, 5% tuvieron más de 50% de participación.
Aparicio Castillo indica que eso es un indicio de irregularidad. “Si una elección tiene baja participación, llama la atención los lugares donde la participación fue mucho más alta”.
En casos como esos, explica se pueden plantear muchas hipótesis rivales. Uno diría una posibilidad es que hubo acarreo, compra de votos o que se movilizaron a los votantes. Otra puede plantear es que se trató de votantes morenistas que apoyaban la reforma y solitos fueron a votar.
Está última puede ser, pero lo curioso es que ese voto libre se manifiesta más en zonas rurales que en urbanas. Por ello lo que el académico plantea es que eso debió revisarse, como debió revisarse si hubo más denuncias, si hubo evidencias del uso de acordeones o de gasto excesivo o coacción.
Al analizar los patrones de votación destaca que en diversas entidades hubo casillas con más de 50% de participación y donde las nueve candidaturas ganadoras obtuvieron, en conjunto, más de 75% de los votos totales. Este patrón es particularmente notorio en entidades como Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Tabasco y Tamaulipas.
El análisis de los datos muestra que, en la elección para la SCJN, las nueve candidaturas ganadoras tendieron a recibir mayor apoyo electoral en las casillas con mayor participación en la mayoría de las entidades.
“En una elección con baja participación generalizada, este patrón puede considerarse anómalo y puede ser un indicio de una votación dirigida o coordinada, en vez de voluntaria, en un importante número de casillas”.
Si se considera que el nivel máximo de votación de cualquier candidatura fue de 100/9 = 11.1%, cuando algún candidato a la SCJN recibió más de 10% de votos, esto quiere decir que recibió el apoyo de más del 90% de las personas que votaron en esa casilla.
Estos son algunos ejemplos que muestra el análisis:
El documento refiere que “uno de los aspectos más preocupantes de la elección” es, justamente, la extraordinaria uniformidad de sus resultados a nivel casilla, distrito o entidad, a pesar de tratarse de una elección con listas abiertas de considerable complejidad.
Hubo 64 candidaturas registradas para la SCJN y 38 para el nuevo Tribunal de Disciplina Judicial, y se pidió votar por nueve personas para la Corte y cinco para el TDJ.
“Habiendo cientos de miles de combinaciones de votos posibles entre decenas de candidaturas, se observa un patrón recurrente entre las personas más votadas en cada entidad”.
Hugo Aguilar, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz se encuentran entre las primeras nueve posiciones en las 32 entidades del país. Por su parte, Lenia Batres lo consiguió en 31 entidades y María Estela Ríos en 30.
Enfatiza que las nueve candidaturas mencionadas en uno de los acordeones donde aparecen los nombres de Lenia Batres, Yasmín Esquivel, Irene Herrerías, Loreta Ortiz, María Estela Ríos, Hugo Aguilar, Irving Espinosa, Giovanni Figueroa y Arístides Guerrero, ocuparon los primeros nueve lugares de votación en 14 entidades. En cinco entidades más, ocho de las nueve personas listadas quedaron entre los primeros nueve lugares de votación.
Por último, en dos entidades, siete de las nueve personas incluidas obtuvieron alguno de los primeros nueve lugares. Esto quiere decir que, en 21 entidades, al menos siete de las nueve personas mencionadas en este acordeón consiguieron estar entre los primeros nueve lugares de votación.
El profesor enfatiza que, dada la complejidad de la boleta, y la heterogeneidad de preferencias a lo largo del país, luce difícil que los votantes de diferentes entidades coincidieran en apoyar sistemáticamente a un mismo grupo de candidaturas.
Una de las evidencias más relevantes del análisis muestra que, hay una fuerte correlación positiva entre los votos de las nueve candidaturas ganadoras.
Es más, existe una correlación positiva fuerte entre los porcentajes de voto de cualquier par de candidaturas ganadoras.
El académico recuerda que algunos de los argumentos expuestos por quienes cuestionaron los resultados de su análisis indican que si fueron los simpatizantes del gobierno quienes primordialmente acudieron a las urnas, no hay gran sorpresa en que éstos se inclinaran por apoyar a las y los candidatos preferidos por este gobierno para la Corte y los numerosos cargos judiciales que fueron votados.
En ese sentido, Aparicio contesta que el error de ese argumento consiste en comparar las tradicionales elecciones partidistas con una elección judicial basada en listas abiertas.
“En efecto, no tiene nada de peculiar que el voto para presidencia y Congreso tenga una alta correlación: es justo lo que uno esperaría en una contienda con afinidades partidistas, campañas masivas en medios y logotipos fácilmente reconocibles en las boletas electorales. Sin embargo, recalca, ¿cómo se puede explicar una elevada correlación o asociación estadística entre las candidaturas ganadoras para la Corte y las del Tribunal de Disciplina Judicial, cuando las boletas no tuvieron logotipos, las candidaturas eran numerosas y poco conocidas?
Por otra parte, indica que los datos sugieren que hubo una elevada correspondencia entre las votaciones de las candidaturas ganadoras tanto para la SCJN como el TDJ.
“En una elección con listas abiertas, sin logotipos partidistas o alguna señal equivalente, este patrón puede interpretarse como un indicio de un voto coordinado o dirigido en favor de las 13 candidaturas ganadoras”.
En el análisis el académico se plantea la pregunta ¿qué relación tuvieron los votos de las candidaturas ganadoras para la SCJN y el TDJ? y la responde exponiendo que diagramas de dispersión entre el porcentaje de votos de Hugo Aguilar y Lenia Batres contra los votos de Celia Maya y Bernardo Bátiz, las dos candidaturas más votadas para la SCJN y el TDJ, respectivamente evidencian que existe una fuerte correlación positiva entre los votos de estas cuatro candidaturas ganadoras. “
Los magistrados del TEPJF decidieron descartar el documento. Incluso uno de ellos, Felipe de la Mata, señaló que el análisis presupone anomalías.
Ante ello, el académico contesta que eso es falso porque lo que ocurrió fue que se exploraron los datos y se encontraron las anomalías, lo cual es muy diferente.
Los datos exponen que a mayor participación mayor cantidad de votos para los candidatos que estaban en los acordeones. “Eso parece un voto inducido o acarreo”, porque normalmente cuando más gente va a votar la competencia se pone más reñida.
Con información de El Economista.