Cada 8 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Ovario, una iniciativa global establecida en 2013 por líderes de organizaciones de defensa de pacientes en distintos países. Bajo el liderazgo de la World Ovarian Cancer Coalition, más de 200 organizaciones de todo el mundo se unen anualmente para alzar la voz, compartir información y generar conciencia sobre este tipo de cáncer ginecológico, conocido como el “asesino silencioso”.
En México, este llamado internacional adquiere un sentido urgente. De acuerdo con TecSalud, el cáncer de ovario es el tercer cáncer ginecológico más frecuente en mujeres, sólo por detrás del cáncer de mama y el cervicouterino. Lo más preocupante es que más del 75% de los casos se diagnostican en etapas avanzadas, cuando el tumor ya se ha diseminado por el abdomen y el tratamiento se vuelve más complejo.
“El cáncer de ovario no suele presentar síntomas específicos, lo que contribuye a su detección tardía”, explica Carlos Villegas, especialista en Ginecología Oncológica de TecSalud. Las manifestaciones de este padecimiento pueden confundirse con dolencias comunes como colitis, distensión abdominal, sensación de llenura precoz, o cambios digestivos y urinarios.
Esta falta de claridad sintomática dificulta el diagnóstico oportuno. A diferencia del cáncer de mama o cervicouterino, no existe una prueba de tamizaje específica para el cáncer de ovario. No obstante, el uso de herramientas como el ultrasonido transvaginal y el marcador tumoral CA-125 puede orientar al personal médico en mujeres con factores de riesgo.
En la mayoría de los casos, el cáncer de ovario no se asocia directamente con factores específicos, pero aproximadamente el 10% tiene relación con mutaciones genéticas, como las que detecta la prueba de BRCA. Otros factores de riesgo incluyen:
No haber tenido embarazos, inicio temprano de la menstruación o menopausia tardía, antecedentes familiares de cáncer de mama u ovario.
Por el contrario, existen medidas que pueden reducir el riesgo. El uso de anticonceptivos hormonales, al inhibir la ovulación, disminuye el riesgo de alteraciones celulares. Asimismo, procedimientos como la salpingectomía (extirpación de las trompas de Falopio) también pueden tener un efecto protector.
El tratamiento del cáncer de ovario depende del estadio en que se detecte. Habitualmente incluye cirugía, quimioterapia y, en algunos casos, inmunoterapia. La intervención de un equipo multidisciplinario especializado y, particularmente, la participación de un ginecólogo oncólogo en la cirugía, puede mejorar significativamente la tasa de supervivencia, subraya Villegas.
Actualmente, gracias a avances médicos como la inmunoterapia, se busca reducir la tasa de recurrencia, que en tratamientos convencionales puede superar el 50% en los primeros tres años tras la intervención.
“El cáncer de ovario no debe ser una sentencia de muerte. Con educación, vigilancia y acción temprana, podemos cambiar el rumbo de esta enfermedad”, asegura Villegas. Por ello, durante el mes de mayo, diversas instituciones públicas y privadas promueven campañas de concientización y acceso a servicios de salud ginecológica.
TecSalud, como parte del Sistema de Salud del Tecnológico de Monterrey, se une a este esfuerzo global con una visión centrada en la innovación clínica, la excelencia profesional y la investigación enfocada en mejorar la atención médica en el país.
Con información de World Ovarian Cancer Coalition y TecSalud
Con información de: Animal político.