CHETUMAL, 22 de julio. – En un acto cívico que terminó convertido en arenga política, el Soberano Gran Comendador y Gran Maestre de la Logia Soberana de Quintana Roo, José Trinidad Alcocer, rompió los protocolos y lanzó un discurso demoledor contra la clase política mexicana durante la ceremonia oficial por el aniversario luctuoso de Benito Juárez en Chetumal.
Su intervención, marcada por la ausencia notoria de altas autoridades de los tres niveles de gobierno, fue un grito de indignación ante lo que llamó “el desmantelamiento moral de la República”.
Lejos de los discursos institucionales vacíos que suelen acompañar este tipo de actos, Alcocer denunció la falta de civismo entre los funcionarios públicos y el abandono del legado juarista, que —dijo— ha sido reducido a una fecha simbólica en el calendario cívico.
“Juárez no es una estatua ni una efeméride. Es una guía moral, y hoy lo están traicionando desde el poder”, sentenció, mientras arremetía contra el cinismo, la corrupción, la colusión con el crimen organizado y la manipulación institucional que, según él, carcome al país desde sus cimientos.
El momento más crítico llegó cuando el líder masón acusó directamente al gobierno mexicano de estar cometiendo una “traición a la patria” al permitir la infiltración del narcotráfico en las estructuras del poder.
“Si Juárez viviera, no lo hubiera permitido”, advirtió.
Su denuncia no fue simbólica, fue un reto frontal a quienes hoy ostentan cargos públicos y se benefician del silencio institucional, mientras se ensucia la toga, se adorna el derecho, y se utiliza el poder no para servir, sino para saquear.
Sin ocultar su enojo, Alcocer se dirigió directamente a los juristas presentes: “El derecho no está para aplaudir al poder, sino para contenerlo. Y la toga no es un disfraz, sino símbolo de coraje civil”.
En un momento donde la independencia del Poder Judicial es cuestionada en todo el país, su mensaje resonó con fuerza entre los asistentes, marcando una clara línea entre los principios de legalidad y la sumisión institucional que hoy impera.
El discurso también criticó duramente la simulación política y el uso de la moral como adorno.
“México no necesita discursos, necesita decencia”, dijo, al tiempo que llamó a “encarnar” a Juárez no como figura histórica, sino como modelo de acción cotidiana.
Su intervención fue, en todo momento, una afrenta directa a los discursos de la llamada “transformación” nacional, evidenciando que los símbolos republicanos fueron vaciados de contenido para sostener regímenes igual de corruptos que los anteriores.
Pero el clímax del evento llegó al final, cuando, sin rodeos, Alcocer cerró su mensaje con una frase que rompió cualquier molde ceremonial: “Y desde esta trinchera les digo: ¡chinguen a su madre los que están desmadrando nuestra patria! ¡Que viva México!”.
Un cierre brutal, honesto, incómodo y absolutamente político, que fue un eco de lo que pocos líderes civiles se atreven a pronunciar en un acto oficial.
La ceremonia en honor a Benito Juárez dejó de ser un acto de protocolo para convertirse en un llamado urgente a recuperar el sentido de la República.
Desde Quintana Roo, la masonería lanzó un mensaje que esperan que no pasen por alto, pues cuando las autoridades callan o se ausentan, la sociedad organizada tiene la obligación de hablar.
Y cuando lo hace con verdad, se convierte en el último bastión de dignidad frente al cinismo institucionalizado.
Con información de: Diario cambio 22.