AP.- Un equipo científico dice que finalmente ha resuelto el misterio de la muerte de más de 5 mil millones de estrellas de mar en la costa del océano Pacífico desde México hasta Alaska en una epidemia que ya ha durado más una década.
Desde 2013, una misteriosa enfermedad ha provocado la muerte masiva de este tipo de quinodermos en la costa oeste de América del Norte. La epidemia ha reducido drásticamente las poblaciones de más de 20 especies de estrellas, causando estragos en los ecosistemas costeros, y continúa hasta hoy en día.
La especie más afectada ha sido la estrella de mar girasol (Pycnopodia helianthoides), pues tan sólo en los primeros cinco años del brote perdido alrededor del 90% de su población. "Es, en realidad, bastante espantoso", declaró Alyssa Gehman, ecóloga de enfermedades marinas en el Instituto Hakai en Columbia Británica, Canadá, quien ayudó a identificar la causa.
La pérdida de muchos millones de estrellas de mar altera profundamente la dinámica ecológica, señala Melanie Prentice, primera autora del estudio publicado este lunes en la revista Nature Ecology and Evolution y ecóloga evolutiva del Instituto Hakai.
Gehman explica que, por ejemplo, las estrellas de mar girasol, que tienen 24 brazos en lugar de los cinco que son característicos de este tipo de animales, "parecen algo inocentes cuando las ves, pero comen casi todo lo que vive en el fondo del océano"; pero al reducir sus poblaciones, la cantidad de erizos de mar, que normalmente les sirven de alimento, creció descontroladamente.
Los erizos, a su vez, devoraron a lo largo de una década alrededor del 95% de los bosques de algas, al menos en el norte de California, donde fue estudiado. Estos bosques de algas proporcionan alimento y hábitat para una amplia variedad de animales, incluidos peces, nutrias marinas y focas.
La investigación reveló que la culpable de la enfermedad de las estrellas de mar son las bacterias de la especie Vibrio pectenicida, que son del mismo género que en los seres humanos causan el cólera (V. colerae), y también de las bacterias a las que este lunes se atribuyó la muerte de ocho personas en Estados Unidos (V. vulnificus) por comer mariscos.
Cuando Vibrio pectenicida infecta a las estrellas de mar se nota primero en sus brazos, que cuando están saludables están turgentes y se extienden directamente desde el centro hacia la periferia. La enfermedad causa lesiones, les hace perder turgencia y "luego sus brazos realmente se caen", explica Gehman.
Pero el caso en contra de V. pectenicida no fue facil de armar. "Es increíblemente difícil rastrear la fuente de tantas enfermedades ambientales, especialmente bajo el agua", dijo a The Associated Press el microbiólogo Blake Ushijima de la Universidad de Carolina del Norte, quien no participó en la investigación. Agregó que el trabajo de detective de este equipo fue "realmente inteligente y significativo".
Las investigaciones tuvieron muchas pistas falsas y reveses. Primero, parecía que la causa podría ser un virus, pero el densovirus, en el que los científicos inicialmente se centraron, resulto ser un residente normal dentro de las estrellas de mar saludables y no estaba asociado con la enfermedad, apuntó Prentice.
Otros esfuerzos no detectaron al verdadero asesino porque los investigadores estudiaban tejidos de estrellas de mar muertas que ya no contenían el fluido corporal que rodea los órganos y donde se aloja la bacteria V. pectenicida.
Ahora que los científicos conocen la causa, tienen oportunidad de intervenir para ayudar a las estrellas de mar. Prentice afirmó que se podría probar cuáles de las estrellas de mar restantes aún están saludables, y considerar si reubicarlas o criarlas en cautiverio para luego trasplantarlas a áreas que han perdido casi todas sus estrellas de mar girasol.
También pueden probar si algunas poblaciones tienen inmunidad natural, y si tratamientos como los probióticos pueden ayudar a aumentarla.
El equipo de investigación confía en que los nuevos hallazgos permitan restaurar las poblaciones de estrellas de mar y hacer crecer nuevamente los bosques de algas que Rebecca Vega Thurber, microbióloga marina de la Universidad de California-Santa Bárbara, que no participó en el estudio, llama "las selvas tropicales del océano".
Con información de: LatinUs.