Dra. Claudia Sheinbaum Pardo
Presidenta de México Presente
Estimada Dra. Claudia:
Reciba un afectuoso saludo y nuestros mejores deseos en su servicio al pueblo de México.
Queremos agradecerle sinceramente su presencia en Baborigame con motivo de la restitución de tierras al pueblo Ódame, a través de las mesas de justicia. Es la primera vez que un presidente de la República visita esta comunidad, y valoramos profundamente este gesto de cercanía hacia los pueblos indígenas.
La Sierra Tarahumara, donde se dio inicio al Diálogo Nacional por la Paz, sigue siendo una región profundamente herida por la violencia. Por ello, queremos manifestarle nuestra preocupación por la grave situación que enfrentan sus habitantes y reiterar nuestra disposición a colaborar en la creación de canales de diálogo que contribuyan a la reconstrucción del tejido social y a establecer condiciones reales para una paz duradera.
La violencia lleva décadas arraigada en esta región. A pocos días de su llegada, se registró una balacera en la Alcaldía vecina, es decir en Guachochi. Este hecho refleja la inseguridad persistente y la falta de control por parte de las fuerzas federales, estatales y municipales.
Como dato reelevante le informamos que en la Parroquia de Guachochi se celebran, cada semana, funerales de personas —en su mayoría jóvenes— que han sido asesinadas.
Sabemos que las únicas instituciones con la capacidad real de frenar esta violencia son el Ejército Mexicano y la Guardia Nacional. Sin embargo, el problema principal es la ausencia de una estrategia integral que permita reaccionar, disuadir y prevenir de forma efectiva. La mera presencia de estos cuerpos no basta. Se requiere: 1) recuperar la confianza de la comunidad, 2) ganar base social, 3) desarrollar inteligencia social, 4) identificar las dinámicas delictivas, 5) formar mesas de investigación interinstitucional, 6) establecer presencia estratégica mediante retenes y rondines, y 7) elaborar un plan para la reconstrucción de la institucionalidad local, en particular el fortalecimiento del gobierno y la policía municipal. Además, es urgente crear mecanismos eficaces para auditar a los comisariados ejidales y sus aserraderos, muchos de los cuales están vinculados a actividades ilícitas.
A esta situación se suma la violencia creciente en toda la zona de Guadalupe y Calvo, donde los grupos criminales ejercen un control territorial que incluye extorsiones, tráfico de drogas, tala ilegal, desplazamiento forzado y uso de caminos para actividades ilícitas. La impunidad con la que operan ha desgastado profundamente la vida comunitaria.
Otro problema de fondo es la devastación del bosque de la Sierra Tarahumara. La tala ilegal de árboles está destruyendo el equilibrio ecológico y agravando el despojo del territorio. Ante esto, proponemos: 1) eliminar la corrupción en SEMARNAT y PROFEPA, que otorgan permisos de tala de manera irregular; 2) facultar a los gobiernos estatales para ejercer un mayor control sobre la explotación forestal; y 3) restituir a las comunidades indígenas el derecho a proteger y cuidar a la madre tierra, como parte de su identidad y su dignidad.
Además, la inseguridad ha tenido un impacto directo en el sistema de salud de la región. Muchas comunidades indígenas de la Sierra Tarahumara carecen de médicos; en el mejor de los casos, solo cuentan con enfermeras. El desabasto de medicamentos es crítico.
Urge mejorar las condiciones de seguridad y establecer incentivos que permitan la presencia de personal médico profesional en estas zonas apartadas.
Esperamos que estas preocupaciones y propuestas sean consideradas como un paso hacia la restitución del derecho a la paz, la salud y la dignidad de las comunidades indígenas, particularmente del pueblo Ódame y Raramuri.
Atentamente,
† JUAN MANUEL GONZÁLEZ SANDOVAL M.N.M.
OBISPO DE TARAHUMARA
Responsable de la Dimensión Episcopal del Cuidado integral de la Creación. Comisión Episcopal para la Pastoral Social
DIÁLOGOS POR LA PAZ