Definitivamente los chihuahuenses somos gente de secas y con cualquier lluvia, no tan solo nos alborotamos, sino que hasta felices nos ponemos, aunque esto represente tener que liderar con goteras, embotellamientos prologados t dado que no sabemos conducir bajo lluvia, bueno y sin ella. Pero disfrutamos ver el cielo nublado, escuchar la lluvia y ser testigos de que ríos, canales y arroyos finalmente están cumpliendo con su cometido que es llevar en sus cauces este vital líquido que tanta falta hace.
Lo curioso es los solidarios que somos como sociedad y todos decimos que ojalá estas aguas mejor que cayeran en nuestras presas en vez que en las ciudades, eso en serio habla muy bien de nosotros, por eso repetimos infantilmente; ¡que llueva, que llueva la Virgen de la cueva! Insisten los ganaderos que tras dos meses del cierre de la frontera a la exportación de ganado han perdido millones de dólares y que el impacto en la economía será complejo.
Bueno el impacto será para ellos ya que a parte del costo en aumento de los productos cárnicos a nadie le afecta esto. Insisten en pérdidas millonarias, pero insisto que perder dinero es tener 100 pesos debajo del colchón y que este se te queme es perder efectivo, pero si tienes cientos o miles de cabezas de ganado en corrales, no se pierde dinero, quizás liquidez, pero la realidad es que los animales están ahí, creciendo, comiendo, bebiendo pero aumentando kilos, es decir que tarde que temprano van a ser exportados y valdrán más, o sea no es pérdida, sino retraso en las ventas, pero las mismas están garantizadas y las ganancias tarde que temprano ingresarán a los bolsillos de nuestros ganaderos, lo que pasa es que son muy chiplones y les encanta tirarse al piso, pero su inversión sigue vivita, coleando y ganando peso…
Que cosas raras o curiosas suceden en este mundo. Resulta que una empresa convenció a 160 familias de que por una no tan módica cantidad de dinero, los restos de sus seres queridos iban a ser montados en una nave y llevarlos a dar varias vueltas por el espacio para que estos difuntos tuvieran un final del que pocos pudieran negarles a sus familiares esta oportunidad antes de recibir cristiana sepultura.
De esta manera y a un costo de 40 mil dólares por difunto, salieron a hacer su último recorrido, les fue mucho mejor que a los 383 cadáveres inhumanamente tratados en ciudad Juárez, pero al final de cuentas el epílogo de ambas historias es muy similar, ya que al entrar de nuevo al planeta tierra la metada nave sufrió un desperfecto y todos los cuerpos quedaron esparcidos por el océano pacífico y pues se fueron hasta el fondo del mar estos 160 difuntos.
En pocas palabras en ambos casos el resultado fue el mismo, los de Juárez y los de viaje espacial quedaron sin recibir un merecido proceso, unos defraudados y otros dándole vida a un sueño… Así las cosas.
Federico Guevara