¿Por qué hay una estatua de Pancho Villa en Tucson, Arizona?
Para nadie es un secreto que Pancho Villa es el mexicano más conocido y reconocido en el mundo entero; prácticamente no hay país del mundo que no cuente con una calle, un parque, un establecimiento o una marca con el nombre de Pancho Villa. A este personaje se le conoce no solo por ser la figura más emblemática de la Revolución Mexicana, sino también por ser el único extranjero que ha invadido a los Estados Unidos; sus tácticas y estrategias de combate, son motivo de materias de estudio en las academias militares de varios países; en todo el mundo la fama de Villa es de admiración… pero también hay lugares en donde no es bien visto.
En 1981 el Presidente de México, José López Portillo regaló una hermosa estatua ecuestre de Pancho Villa, de 5 metros de altura y siete toneladas de peso, fundida en bronce, al pueblo de Arizona; la efigie originalmente fue donada al Pueblo de Guadalupe, Condado Maricopa, Arizona, sin embargo, no se sabe quién o quiénes ni porqué motivos, pero finalmente se decidió llevarla a la Ciudad de Tucson, Condado Pima, Arizona, en donde fue instalada en el “Parque Veinte de Agosto”, en el mero centro de la ciudad, para, desde ese momento iniciar una polémica que hoy, 44 años después mantiene dividida a una comunidad.
En aquella ocasión, se dijo que dicha estatua era un símbolo de la amistad entre México y Estados Unidos, la realidad es que el monumento villista solo ha generado todo lo contrario, recelo, odio, división, confrontación y racismo; en aquellos años, el Gobierno Mexicano tenía excelentes relaciones con los políticos y autoridades de Arizona como el Gobernador Bruce Babbitt y de Nuevo México, con Jerry Apodaca, Bruce King y Tony Anaya, se pensó que por ahí estaba el motivo de la estatua del General Villa, pero el real motivo no es conocido.
¿Quién decide?, ¿error de procedimiento?
En 1981, el pueblo de Guadalupe, a donde iba destinada originalmente la donación de la estatua, ya estaba conurbado y estaba siendo absorbido por la zona metropolitana de Phoenix – Glendale; mientras que en Tucson, las autoridades habían desaparecido todo el barrio mexicano de Presidio La Mesilla, para construir los modernos edificios y torres del Congreso, la Corte Federal, la Corte del Estado y los Juzgados, así como el edificio del Gobierno Federal, el Edificio del Gobierno del Estado, los edificios de la Alcaldía e instalaciones del Condado Pima, el Museo de la Universidad, la Plaza Presidio, la Plaza Jácome, la Plaza Veinte de Agosto, la Biblioteca Pública y la construcción del Centro de Convenciones y Visitantes de Tucson, así como de un moderno desarrollo hotelero, todo eso en pleno centro de la ciudad, además de la ampliación y modernización de la autopista I-10, a unos cuantos metros del centro histórico de Tucson.
En la ciudad de Tucson existe la Comisión de Arte Público y Diseño Comunitario, a esta Comisión, las autoridades de la Ciudad le presentan los proyectos de arte público, como estatuas, monumentos, efigies, murales públicos, diseño urbano como parques, trazo de calles y crecimiento urbano; dicha Comisión está conformada por 21 personas, de las cuales siete son nombradas por el Alcalde (Mayor) y los Concejales (Regidores); una persona es designada por el Administrador de la Ciudad; cinco personas son designadas por la Junta de Supervisores del Condado Pima; una persona es designada por el Administrador del Condado y siete personas son designadas por la Arts Foundation; cuenta además con dos coordinadores, uno como Coordinador de Arte Público y otro Coordinador de Diseño Comunitario; tras analizar los proyectos, la Comisión emite un veredicto sobre si se aprueba y autoriza el proyecto y su presupuesto, si requiere cambios o modificaciones o si es rechazado; su veredicto es definitivo e inapelable.
Existe la hipótesis ciudadana que señala que en 1981, es posible que esta Comisión de Arte Público y Diseño Comunitario, que apenas contaba con solo 18 miembros, tal vez sus objetivos, políticas, reglamentos y atribuciones no estaban tan bien marcados y definidos como lo están en la actualidad; por lo que al presentarse la oportunidad de contar con la estatua de Pancho Villa donada por el Gobierno Mexicano, es posible que la Comisión lo hayan aprobado con la intención de ubicarla justo en la Plaza Veinte de Agosto, como un símbolo de que ahí estuvo el Barrio de Presidio La Mesilla, antes de dar paso a las modernas torres, edificios y complejos hoteleros que están en el centro de Tucson.
Otra hipótesis, señala la posibilidad de que los creadores de la monumental estatua, el escultor Julián Martínez y el fundidor Javier Portilla, ambos de origen español nacionalizados mexicanos hayan tratado de influir en la decisión no solo de cambiar de ciudad la instalación de la estatua, sino en la decisión de la Comisión de Arte Público y Diseño Comunitario para ubicarla en Tucson, ya que tanto Martínez y Portilla tenían su registro como artistas ante la Comisión, puesto que ya con anterioridad habían realizado el Monumento al Padre Kino, situado en la Plaza Presidio La Mesilla, a escasos 250 metros de la Plaza Veinte de Agosto, donde se ubica la estatua de Pancho Villa y también habían realizado la estatua ecuestre del Padre Kino en The Father Kino Park. El Padre Eusebio Francisco Kino, misionero jesuita, fue el fundador de Tucson.
El primero en oponerse, el alcalde de Tucson
Cuando la Comisión de Arte Público y Diseño Comunitario aprobó la ubicación de la estatua de Villa en Tucson, el primero en poner el grito en el cielo, fue el Alcalde de Tucson Lewis Curtis Murphy, más conocido como Lew Murphy, quien era un recalcitrante republicano y ultra conservador, además de veterano de guerra, que ya tenía dieciséis años como alcalde de Tucson y prácticamente había creado una mini dictadura, por lo que ya enfrentaba lo que todo dictador, comenzaba a creer que la ciudad era propiedad de él y eso ya le acarreaba serios problemas con su enemigo político, el Gobernador de Arizona, el demócrata Bruce Babbitt.
Desde el primer momento, el Alcalde Murphy ordenó al Concejal Roy Laos que se elaborara un documento donde la Ciudad de Tucson no estaba de acuerdo con la estatua, bajo el infantil argumento de que representaba un riesgo potencial para los niños, debido a las céntricas calles y la cercanía del freeway I-10, cuando era bien sabido que los niños nunca iban solos a un parque; con cinco concejales que votaron por unanimidad a favor de la estatua, se echó para atrás dicho documento.
A pesar de este revés, el Alcalde Lew Murphy prendió la mecha entre los empresarios, los veteranos de guerra, los grupos ultraconservadores y los grupos racistas, para que elevaran las protestas y boicotearan la develación de la estatua, misma que, por otra parte, fue todo un éxito. Sin embargo, con esas acciones, el Alcalde Lew Murphy y el Concejal Roy Laos, comenzaron a abrir una grieta racial en la ciudad.
La famosa estatua se instaló y se develó
La organización de la ceremonia de develación de la estatua de Pancho Villa, corrió a cargo de la Comisión de Arte Público y Diseño Comunitario de la Ciudad de Tucson, con la presencia del Gobernador del Estado de Arizona, Bruce Babbitt; el Secretario de Relaciones Exteriores de México, Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa; el Embajador de México en Estados Unidos, Hugo B. Margáin; el Cónsul de México en Tucson, Rafael Barceló Durazo, así como una gran cantidad de invitados especiales, funcionarios federales y estatales y ciudadanía en general.
Brillaron por su ausencia el Alcalde Lew Murphy, todos los funcionarios del Condado Pima y varios Concejales, tampoco asistieron los empresarios y organismos identificados con la extrema derecha; solo asistieron los cinco Concejales que habían votado a favor de la estatua. De la actitud del Alcalde Murphy y sus funcionarios tomó debida nota el Gobernador Babbitt, ya que, en la política gringa, al igual que en la mexicana, el desaire y el vacío a los eventos de esa envergadura, se pagan muy caros, políticamente hablando.
División de empresarios
Nadie habría imaginado que una estatua de Pancho Villa comenzaría a dividir a una comunidad que convivía en armonía, pero el Alcalde Murphy ya había incitado a varios grupos a manifestarse, entre ellos los empresarios y comerciantes; el empresario Byron Ivancovich presentó una demanda en la Corte Superior del Condado Pima en contra de la Ciudad de Tucson, bajo el siguiente argumento: “Las estatuas se ponen para reconocer a personas que lo valen, en este caso, tenemos una estatua de un asesino y de un bandido; además la presencia de esa estatua ha reducido considerablemente el valor de mis propiedades y bienes raíces en el centro de la ciudad”.
La resolución de la Corte fue remitirse a los estatutos de la Comisión de Arte Público y Diseño Comunitario de la Ciudad de Tucson, que señalan que para que un bien público sea retirado deben cumplirse satisfactoriamente los diez requisitos que marcan dichos estatutos. Este fue un garrotazo jurídico para el empresario Byron Ivancovich, sin embargo, provocó el divisionismo y la fractura en los organismos de empresarios y comerciantes.
Luego siguió el hispano Bernardo Acedo, cuyo argumento fue decir que “La estatua es una afrenta a las familias que sufrieron en la Masacre de San Pedro de la Cueva, Sonora a manos de Pancho Villa”, hechos en donde a decir del quejoso, su familia fue brutalizada por Villa. La resolución de la Corte fue dictaminar que ahí no se juzgan asuntos del pasado ni ocurridos en otro país.
Otro quejoso, Jack B. Frost, residente de Tucson y veterano de guerra; en su demanda argumentó que “su padre resultó herido durante la invasión de Villa a Columbus, Nuevo México y que después murió por envenenamiento debido al plomo de la metralla; destruyó a nuestra familia y he vivido con ese dolor toda mi vida”. La resolución de la Corte fue que, por lo ocurrido en Columbus, Villa fue juzgado y sentenciado y para ello se emitió una orden de presentación vivo o muerto y se envió a La Expedición Punitiva a cumplimentarla. Expedición que todos sabemos, terminó en un rotundo fracaso y un monumental ridículo de Estados Unidos ante el mundo.
Otro ciudadano de nombre Richard Sense, sostuvo una protesta solitaria en contra la estatua afuera de la Corte durante un año, hasta que la misma Corte ordenó retirarlo.
Se desata el odio racial y aparece Judicial Watch
Después de que la Corte Superior del Condado Pima desechó la demanda del veterano de guerra Jack B. Frost, este se vió apoyado por la Asociación de Veteranos, organización que se lanzó a fondo, exigiendo no solo retirar la estatua de Pancho Villa, que la consideraban de “mal gusto y una desgracia para la ciudad”, sino que comenzaron a exigir el retiro inmediato de los mexicanos y los hispanos de Tucson; el problema parecía agravarse y amenazaba con salirse de control.
En 1994 se aparece en Tucson la organización Judicial Watch (Vigilancia Judicial) esta organización tiene su sede en Washington D.C.; es un organismo ultra conservador, de la extrema derecha más radical de Estados Unidos, asociada al Partido Republicano, su propósito es el activismo conservador y para ello emplea a todo su aparato jurídico para poner la lupa sobre los gobiernos y organismos del Partido Demócrata y tratar por todos los medios de desacreditar a todo lo que no se ajuste al rigor del conservadurismo radical, a través de sus medios como las cadenas de TV Fox y CBN, los diarios Chicago Tribune, Mundo Judío, The Washington Times, The Wall Street Journal, The New York Observer y muchos más.
Pues bien, esta organización Judicial Watch envió a su representante para el suroeste de Estados Unidos, un señor de nombre Mark Spencer, quien llegó a Tucson en plan incendiario, de inmediato se lanzó contrala estatua de Pancho Villa, cuestionando el porqué estaba ahí; en entrevistas a todos los medios señaló cosas como: “he visto muchos mexicanos aquí”, “corren el peligro de mexicanizarse”, “la regla de las masas es peligrosa, pueden hasta gobernar”; declaraciones racistas y xenofóbicas. Otros comentarios de Spencer fueron: “Hay muchos mexicanos aquí, en lugar de permitir que la multitud nos rija, nunca es tarde para hacer lo correcto y la estatua también tiene que irse”.
Claramente la intención de Spencer y Judicial Watch era la de aprovechar la famosa estatua, para incitar un movimiento racista y anti mexicano; la situación ya estaba escalando a niveles peligrosos; el Cónsul General de México en Tucson, José María de la Torre González, el Embajador de México en Washington, Jorge Montaño y el Secretario de Relaciones Exteriores, Manuel Tello Macías fueron llamados por el Presidente Carlos Salinas de Gortari para que le expusieran bien la situación; el Presidente Salinas pensó que lo mejor sería retirar la estatua y traerla a México; pero para ello se necesitaba mucha diplomacia, pues fue un regalo de México a Estados Unidos y retirarla podría herir los sentimientos de los mexicanos de allá y tensar las relaciones diplomáticas con Estados Unidos.
Con solo correrse el rumor de que el Presidente Salinas había mencionado la posibilidad de retirar la estatua para calmar los ánimos, las piezas se comenzaron a mover solas; la YWCA (Asociación de Mujeres Cristianas Jóvenes), a través de su vocera Mari Herreras, le recordó a Mark Spencer y a la Judicial Watch que: “la estatua de Villa no fue puesta para asustar a nadie, sino para reforzar la mexicanidad de los hispanos; a diferencia de las estatuas de los Confederados que sí se erigieron como recordatorio del racismo y la esclavitud”.
El Distrito Escolar Unificado de Tucson, en voz de su representante, Alejandro Escamilla le espetó a Spencer: “Me hace sentir orgulloso que haya la estatua de un mexicano, justo en el centro, precisamente donde un barrio mexicano fue destruido para dar paso a la modernidad”.
Por su parte la Universidad de Arizona, a través de su Departamento de Estudios Mexicoamericanos, representada por la Profesora Lydia Otero le recalcó a Spencer y a la Judicial Watch que: “Todas las personas que visitan la estatua se preguntan el porqué esta estatua está aquí, y todos deben de saber que se basa en la mexicanidad, porque pertenecimos a México durante más tiempo del que ahora hemos pertenecido a Estados Unidos”.
La Comisión de Arte Público y Diseño Comunitario de la Ciudad de Tucson le respondió a Mark Spencer: “En el año de 1913, Pancho Villa pasó una semana aquí en Tucson ¿y sabe a qué vino?, a comprar armas, de aquí se llevó miles de rifles y revólveres, así como millones de balas de diversos calibres; aquí viven los parientes de los comerciantes que le vendieron las armas, tráigalos a manifestarse”.
Por último, ya era muy insistente el rumor sobre la decisión del Presidente de México de retirar la estatua para quitarle presión a la ciudad de Tucson, cuando la misma Comisión de Arte Público y Diseño Comunitario dio la respuesta más clara, rotunda y la menos diplomática, pero que no dejó lugar a dudas: “Para quienes piensen en retirar la estatua de Pancho Villa, ésta no se retira por ningún motivo mientras no se cumplan los diez requisitos que exige esta Comisión”.
El fogonazo llegó clarísimo tanto a Washington a la Judicial Watch, como al Palacio Nacional en Ciudad de México. La Judicial Watch retiró a Mark Spencer de Tucson, quien antes de partir solo dijo: “Está claro que nuestro negocio no es quitar estatuas”.
Voluntad Política
Cuando las aguas parecían haberse calmado, aparece una nota periodística de la agencia de noticias española EFE, en la que se entrevista al muralista y escultor tucsonense Luis Mena, quien en una actitud soberbia y de un falso triunfalismo declara que gracias a la presión de los artistas de Tucson se logró echar a patadas al gringo Spencer y a la Judicial Watch; la reacción del Gobierno fue rápida, el Gobernador Bruce Babbitt reunió en Phoenix a todos los alcaldes del Estado para leerles la cartilla, en especial al Alcalde de Tucson, Lew Murphy: ponerse a trabajar, dejarse de grillas y atender y brindar soluciones a todos los grupos sociales.
En Tucson se establecieron los comedores comunitarios, ahí se ofrecían comidas gratis todos los días a personas desvalidas, indigentes, incapacitados y personas en situación de pobreza y de calle; ahí se podían ver conviviendo en una sola mesa a gringos, hispanos, veteranos de guerra, nativos, asiáticos, todos ellos tratando solo de sobrevivir, menos andar pensando en una estatua, que por lo demás, está imponente y muy bien hecha. Con esta sola medida, la ciudad de Tucson se liberó de una enorme presión.
Los alcaldes posteriores a Lew Murphy, trabajaron con mucha voluntad política y la herida parece haber sanado; en 2019 asume la alcaldía de Tucson la primera mujer en su historia, la joven demócrata Regina Romero, a quien trataron de hacerle novatada y ponerla a prueba, organizando una protesta para retirar la estatua, la joven alcaldesa simplemente les dijo: “Se equivocaron de puerta, ese asunto véanlo con la Comisión de Arte Público”, con eso desinfló a los grilleros y todavía se dio el lujo de lanzar un reto público a quienes pretendan reabrir las heridas del pasado, se encontrarán con un Tucson muy diferente y fortalecido, les dijo, mostrando carácter y colmillo político a pesar de su juventud.
Por último, el saludo al buen amigo Ing. Agrónomo Fitotecnista, Martín Leobardo Gorostiola Herrera, hasta el Estado de México.
Referencias Bibliográficas:
+ milenio.com
+ tucson.com
+ azcentral.com
+ artsfoundtucson.org
+ infobae.com
+ colson.edu.mx
+ sre.gob.mx
+ lasillarota.com
+ laestrelladetucson.com
+ az.gov
+ es.wikipedia.org
Por: José Luis Jaramillo Vela