Basta con abrir Instagram para encontrar a una mamá sonriente, con su bebé perfectamente vestido, una casa impecable y una rutina diaria digna de Pinterest. Nos dicen que todo es posible: emprender, maternar, amamantar, meditar y hacer yoga al amanecer, todo con el cabello en su lugar. Pero… ¿qué hay detrás de ese “feed” tan perfecto?
En tiempos donde la maternidad se ha vuelto un tema de tendencia y contenido, surge una pregunta incómoda pero necesaria: ¿Estamos mostrando un empoderamiento real… o generando una presión estética y emocional que termina por desconectar a muchas mujeres de su propia realidad?
La mamá ideal 2.0
Las redes sociales han dado visibilidad a muchas mujeres que han hecho de la maternidad una fuente de inspiración y emprendimiento. Eso es valioso. Sin embargo, también han construido un estereotipo moderno de la “mamá perfecta”, que lejos de liberar, muchas veces esclaviza.
El problema no es compartir, es no mostrar lo real: el agotamiento, la culpa, la ansiedad, el caos, la transformación del cuerpo, la pérdida de identidad temporal, el duelo por la vida anterior.
Presión estética: ¿mujer maravilla o mujer agotada?
Se aplaude a la madre que se recupera “rápido” después del parto, que no deja de producir, que retoma su figura, que está disponible para todos… menos para ella misma.
Y si no lo logra, aparece la culpa, el juicio, el "¿y tú por qué no puedes?".
Este espejismo de perfección genera una competencia silenciosa, donde el “empoderamiento” se confunde con exigencia. Y donde lo importante —el vínculo, la salud mental, el autocuidado— queda fuera de la foto.
Influencers mamás: ¿inspiración o expectativa?
Las mamás influencers pueden ser un faro de ideas, comunidad y conexión. Pero también pueden convertirse, sin querer, en referentes inalcanzables si no muestran el otro lado de la moneda.
La maternidad no necesita filtros. Necesita redes reales de apoyo. Necesita libertad para vivirla a tu manera, sin seguir una narrativa impuesta por likes.
Ser madre no debería ser sinónimo de perfección, sino de transformación. Las redes pueden empoderar, sí, pero solo si dejamos espacio para lo auténtico, lo vulnerable, lo imperfecto y humano.
Porque al final del día, lo que más necesita una mamá no es validación… sino comprensión.
Erika Rosas
erikaedithrosas@gmail.com